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Una confusión común y preocupante

26 de Mayo del 2019 - Darío Martínez Rodríguez (Pola de Siero)

Inicio de la nueva legislatura. Constitución de la Cámara baja. Los representantes elegidos vía sufragio universal acuden a recoger sus acreditaciones. Todo en orden, es lo esperable. En la ceremonia de obligado cumplimiento se ha de jurar o prometer cumplir con la Constitución española. El espectáculo es por desgracia también esperable. Encontramos habitual lo que a todas luces resulta chabacano, pobre y sobre todo muy simple, por ser una especie de pataleta infantil. El problema es que nuestras leyes cargadas de formalismo hasta el tuétano no logran materializarse y no lo hacen por falta de fuerza, es decir de control que, de forma violenta y racional, obligue a respetar el marco de convivencia por todos compartido.

Sin ser esto poco aún hay más. Casualmente el líder del partido más votado en las últimas elecciones y el líder en prisión preventiva de la fuerza más votada en la circunscripción de Cataluña se encuentran. Se dicen unas palabras. Todos las conocemos, no voy a reproducirlas. Lo interesante de esto, que no es para nada banal, es que mezclan hasta la más insensata confusión ética con moral. Éticamente es cuando menos cortés, educado, ajustado a las formas presididas por la igualdad el saludarse, el entenderse entre iguales, como individuos independientes y que en su relación se intenta velar por lo mejor para cada uno de ellos. A nivel ético nuestra persona individual goza de la mayor presencia posible, en este contexto se ha de velar por la promoción y por la vida de tu persona y de tus iguales. Es una virtud prioritaria la amistad. Aristóteles lo supo entender perfectamente. ¿Ocurre lo mismo con la moral? No. Las relaciones son otras. En el caso que tratamos son políticas. La persona individual sin llegar a ser neutralizada pasa a un segundo plano. Se han de priorizar los intereses del grupo que cada uno de ellos representa. No se intercambian unas palabras el Sr. Pedro Sánchez ni el Sr. Oriol Junqueras, el diálogo en este caso va más allá. Por este motivo: "Bueno... vamos. Tenemos que intentarlo. Está bien, venga hablamos. No te preocupes" tiene un significado moral o político que nada tiene que ver con la ética. Y ese significado si hemos de entenderlo como un principio del que cabe extraer conclusiones en forma de cadena deductiva resulta muy preocupante. ¿Por qué? Por que políticamente el Sr. Sánchez ha de velar en el ejercicio de su labor política por la estabilidad y la pervivencia del Estado, de la nación española, mientras que el Sr. Junqueras en su limitada, por ahora, labor política ha de promover el nacimiento de un Estado en forma de república que se lleve por delante lo que conocemos como la actual España política. En fin, en este caso la sintonía ética nada tiene que ver con la sintonía moral o política y no verlo e incluso incidir en la confusión desde las más altas esferas políticas de nuestro país es cuando menos preocupante. Empezamos bien.

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