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¿Dónde está la victoria?

26 de Abril del 2010 - Fermín Alonso Sábada (Oviedo)

La victoria del primero de abril de 1939 está en la creación de la ONCE, para que los invidentes pudieran vivir sin mendigar.

La victoria está en que el nuevo Estado se propusiera llevar a cabo una revolución pacífica en las relaciones laborales, reglamentando, con gran prolijidad, todos sus deseos, toda la organización del trabajo, desde la clasificación del personal por especialidades profesionales y la definición de cada una hasta la regularización de la jornada, de las retribuciones y de las horas extraordinarias, descansos, vacaciones, premios y pagas del 18 de julio y Navidad; seguridad e higiene en el trabajo, etcétera.

La victoria está en la Seguridad Social, la más adelantada del mundo (subsidios familiares, de vejez e invalidez, maternidad, de enfermedad, ciudades y residencias sanitarias). Seguro de desempleo, de empleadas del hogar, autónomos, etcétera. La inspección y magistratura de Trabajo, y, especialmente, las garantías para la estabilidad del trabajador en la empresa.

La victoria está en que no había paro en España.

La victoria está en los millones de viviendas que, como hongos, empezaron a florecer en España para la gente trabajadora. Hubo años en que se inauguraban más de 1.000 viviendas en el día.

La victoria está en el humo de las chimeneas de esas fábricas que se extendieron por toda España, y que ahora se están apagando.

La victoria está en las universidades, en los institutos de Segunda Enseñanza que se alzaron por toda España.

La victoria está en las universidades laborales, en los colegios mayores y menores, donde iban los hijos de los trabajadores para estudiar carreras superiores. La victoria está en las becas para estudios.

La victoria está en las ciudades residenciales donde podían pasar sus vacaciones los trabajadores junto a su familia.

La victoria está en el folclore que recuperó la sección femenina, y que, gracias a ella, se mantiene en España.

La victoria está en las carreteras, autovías, autopistas y líneas férreas, que se multiplicaron por toda España.

La victoria está en las arterias vivas de la electrificación de pueblos y aldeas.

La victoria está en los palacios y campos de deporte que crecieron por toda España.

La victoria está en la creación de Radio Nacional de España, la agencia «Efe», el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, de la Renfe, la Orquesta Nacional de España, del INI, Televisión Española y... para seguir.

Pero no sólo el cambio social de España se reduce a la vertiente laboral. La transformación del medio físico de España con la construcción de pantanos (515), canales y embalses, así como trasvases o puestas de regadío de superficies enormes. Este tema de los pantanos que motivó tantos chistes y parodias mueve hoy a las más serias reflexiones. En 1975 España ocupaba el tercer lugar del mundo por número de presas construidas, sólo superada por Japón y Estados Unidos.

De la importancia de las aguas embalsadas da idea el hecho de que el perímetro de las costas marítimas de la Península es de 3.905 kilómetros, mientras que el total de las costas interiores debidas a estos lagos artificiales alcanza los 8.000 kilómetros.

La victoria está en la conversación de nuestro país como la novena potencia industrial del mundo.

La victoria está en que la «renta per cápita», que es sin duda el indicador del desarrollo económico, era en 1940 en España de 131 dólares, y en 1975 superaba los 2.088 dólares.

La victoria está en el porcentaje de analfabetismo, que en el año 1940 era de un 28,5% y que se redujo en el año 1975 a menos del seis por ciento.

La victoria está en la estructura educativa, que en el año 1940 es la de un país subdesarrollado, y en 1975 había alcanzado el nivel del país desarrollado.

La victoria está en que al llegar de nuestras vacaciones encontrábamos la casa con ese olor a humedad por estar cerrada y no desvalijada.

La victoria está en la clase media. La sociedad española antes de la guerra es una sociedad rural con algunos núcleos industriales y una pequeña clase media, el 27%. En 1975 la clase media había ascendido al 53,9% de la sociedad española: con una clase media tan alta y con unos sectores de obreros que participaban abiertamente de los ideales de la sociedad de consumo. España había abandonado, definitivamente, los lastres del pasado.

Hay una anécdota sumamente expresiva contada por Wernon Walters, general norteamericano que, al despedirse del caudillo, el Generalísimo le dijo: «Mi verdadero monumento no es aquella cruz del Valle, sino la clase media española: cuando asumí el Gobierno no existía. La dejo hoy a la España del mañana».

La victoria está en la no entrada de España en la II Guerra Mundial. Cuantas miles de madres españolas hubieran llorado la pérdida de alguno de sus hijos.

La victoria está en los millones de turistas que se acercaban a España para disfrutar de su paz.

La victoria está en que todos unidos, vencedores y los otros, bajo la batuta de un gran capitán, del que fuimos dignos vasallos, todos unidos, sin mirar a ninguna parte, hicimos una España mejor, con una paz y tranquilidad que era la envidia de todo el mundo.

Historiadores ejemplares habrá en España que explicarán los resultados obtenidos por la paz de Franco, que acabarán por imponerse a la parcialidad sectaria y a la superficial algarabía de quienes no han digerido aún que ningún jefe de Estado y ningún político español haya recibido en la hora de su fallecimiento un espontáneo homenaje popular, de la magnitud del que se produjo en Madrid entre los días 20 y 22 de noviembre de 1975.

Francisco Franco, quiérase o no, entrará en la historia de España como la figura más relevante del siglo XX.

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