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El río Sado y la costa del Alentejo, en Portugal

4 de Junio del 2019 - Ángel García Prieto

Al oír el nombre de Grândola, lo que viene a la cabeza de inmediato es “Vila Morena”, título de la famosa canción-protesta de Zeca Afonso, que se usó como frase secreta por los golpistas de la Revolución de los Claveles y fue la clave para que, emitida en la noche del 25 de junio de 1974 a través de Radio Renascença, sirviera de orden para el inicio de las operaciones militares y civiles. Pero lo cierto es que Grândola ya era conocida como lugar balneario en tiempo de los romanos y así lo subrayan los vestigios numerosos y evidentes de frescos, una basílica, cementerio, dársena, viviendas, salinas y otras ruinas del s. I a. C. La villa de Grândola, con la alentejana blancura de sus casas, tiene una iglesia del s. XVI de una sola nave, con pinturas manieristas y un retablo con azulejos. Un buen Jardín Municipal, tan bien cuidado como suelen tenerlos en Portugal y el Monumento al 25 de Abril, un enorme mural con la pauta musical y el texto de la citada “Grândola Vila Morena” y en su parte posterior el texto de la declaración de los Derechos Humanos.

Cerca, Alcácer do Sal es una ciudad que se presenta con una imagen muy bonita –sobre todo desde la perspectiva de la autovía cercana– alargada a la orilla del Sado, que está atravesado allí por un llamativo puente metálico de época y otro moderno. Está en la base de la única colina que destaca sobre la gran planicie que llega desde los arrozales de Comporta, a pocos kilómetros de la desembocadura. Sobre la población se alza una fortaleza que ya tiene más de 2.600 años, desde que la comenzaran a levantar sus habitantes celtas, romanos, visigodos, moros y cristianos. La fortaleza se remodeló en sucesivas construcciones medievales; en el s. XV deja de ser militar y se convirtió en palacio donde, entre otras cosas relevantes, se celebró la boda de D. Manuel I con Dona Maria, hija de los Reyes Católicos. Y ahora se conserva el monumento medieval, que contiene en su interior la elegante Pousada y la iglesia gótica de Santa Maria.

Allí se ofrecen excursiones de recorridos por el río, las salinas, los arrozales y la bahía de Setúbal en galeões, típicos barcos de vela. Además, en los alrededores tiene interés la aldea de Carrasqueira, con su puerto palafítico.

Un personaje de fama universal nacido en el 1502 en Alcácer do Sal es Pedro Nunes, geógrafo, que había estudiado diversos saberes relacionados con la medicina, matemáticas, filosofía y astronomía en las universidades de Salamanca y Lisboa y llega a destacar con obras sobre geografía y navegación, además de inventar un instrumento, el “nonio”, que permitía mejorar las funciones del astrolabio.

En el camino hacia el interior noreste, que desde la costa alta alentejana se dirige a Évora o Montemor-o-Novo, se pasa por la aldea de Santa Susana, poco conocida, pero muy bonita por su cuidada urbanización, con un caserío homogéneo de una sola planta de arquitectura popular alentejana, con casitas blancas ribeteadas de azul en los zócalos y los marcos de puertas y ventanas. Sus típicas, llamativas y cuidadas chaminés, que son chimeneas muy grandes en relación con el tamaño de la casita sobre la que se alzan, las placitas arboladas, los detalles de herrajes, puertas, ventanas o faroles, su limpieza y una pequeña iglesia con retablos y figuras de simplicidad rural encantadora, hacen de la población una auténtica preciosidad.

El extremo de la orilla izquierda del Sado es un lugar bellísimo en el que acaba la península de Troia, entre playas de arenas blancas enfrentadas a Setúbal con la bahía por medio y con el fondo de la Serra da Arrábida. Antes de llegar al extremo, en esos lugares, entre pinares, marismas y arrozales se han establecido hoteles, restaurantes, alguna urbanización de chalés, club de golf e instalaciones de playa y de deportes náuticos, muy de moda ahora, con el reclamo de “Comporta”, con 45 kilómetros de arenales, campings y también las playas de Carvalhal, Galé, Aberta Nova y Melides; eso sí, de aguas muy frías, como suelen ser todas las portuguesas, excepto las del Algarve.

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