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¿Quién puede liberar a un niño?

17 de Junio del 2019 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Fue Juan José Plans quien hizo la primera pregunta: "¿Quién puede matar a un niño?". La diferencia está en los verbos matar y liberar. ¿Se debe estar dispuesto a matar por la libertad? Los ejércitos de las naciones y sus cuerpos de seguridad dicen que defienden la libertad de sus pueblos estando dispuestos a morir matando por ella.

En el siglo IX cada aparcero asentado en un territorio dependía del guerrero que lo protegía. Era la supremacía del poder del señor feudal para avasallar a sus siervos hasta el humillante "derecho de la primera noche": un alto precio. Sus primogénitos eran herederos, los segundones y los bastardos, no; los siervos y sus hijos eran simple heredad.

En el siglo XVIII los picadores entraban en las minas a la medianoche y trabajaban diez horas. A las dos de la madrugada entraban sus mujeres e hijos para palear y sacar el carbón que arrancaban. Mujeres y niños trabajaban durante quince horas, y solo el carbón sacado fuera de la mina por ellos contaba para el salario de la familia. El domingo se aseaban e iban a la iglesia. Cada picador tenía pues como cuadrilla a su mujer y a su prole: era un proletario. El propietario se apropiaba de su trabajo y de todos ellos. Para la clase pudiente las vidas de los de abajo eran opacas y, aunque coincidiesen con ellos en la iglesia, no eran más que otra propiedad como su caballo (al que percibían y cuidaban más).

Luego vendría el trabajo en la cadena fabril utilizando la inapropiada mano de obra de mujeres y niños. Más tarde llegaría la jornada de ocho horas diarias, con dos días libres a la semana. Posteriormente, la mujer se incorporaría al trabajo asalariado en ocupaciones libremente escogidas en igualdad de oportunidades (según “los posibles” para su formación).

Freud y Eric Berne nos dijeron que todos teníamos un “niño” dentro dominado por el “padre” y educado por el “adulto”. ¿Cómo rebelarse contra el “padre” y aceptar la educación del “adulto”? Lo cierto es que toda rebelión por la libertad debe estar dispuesta a matar al dominador. A veces los “niños” quedan solos, atrapados en un mundo de sentimientos y experiencias que no entienden, y acaban teniendo una interpretación o percepción de la realidad equivocada. Eso los lleva a ser víctimas y a victimar. Los niños guerreros matan condicionados tras haber sido obligados a matar a algún miembro de su familia.

¿Qué harían los niños por su liberación si supieran que existe la libertad?

12 de junio: Día Mundial contra el Trabajo Infantil. En el mundo hay 152 millones de niños trabajando en embrutecedores tajos. Están alejados de todo estándar de educación y se adecuan al entorno para sobrevivir. Abandonados, no sienten el cariño de ningún mundo: ni el propio en el que viven, ni el de más allá que los olvida. El querer duele y no es de fiar.

Carlos Muñiz Cueto

Gijón

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