Una jeringuilla millonaria
Es noticia fresca. Otra subasta vergonzosa se va a celebrar en ese país del tío Sam, en el que la estupidez y el ridículo se codean con la grandeza y el poderío como en tantas cosas y casos vemos. La coña y el heroísmo se dan la mano allí, muy peliculeramente. Esto viene a cuento porque medios estadounidenses dicen que se va a subastar la jeringuilla que, en un postrer «chute», pasaportó para el otro barrio al esperpéntico y «bicolor» Michael Jackson. La subasta en cuestión, al parecer, está previsto celebrarla en agosto, en un casino en la no menos peliculera ciudad de Las Vegas, en donde unos pierden hasta la camisa y otros se casan a lo «remanguillé», muchas veces después de una noche de juego y metílico. Y se calcula que la puja puede llegar a alcanzar hasta los cinco milloncejos de ese dólar tan escoñaplado por la crisis como el enfermizo euro.
Ya aquí, en estas columnas (22-XI-2002 y 29-06-2003), comentamos otras vergonzosas subastas parecidas, made in USA, como lo fueron unos pelos de Elvis Presley –seguro que con caspa y todo– y unos calzoncillos de John F. Kennedy –seguro también que con alguna manchita marrón, para aumentar su guarro valor–, subastas que fueron igualmente millonarias. Y que causaron pasmo, asombro e indignación en el mundo entero. Vamos, en el mundo que no navega por los mares de la esquizofrenia y la locura, en el que abundan más los majaras que los cuerdos.
Como ya dijimos aquí entonces, vivimos en un mundo insolidario y deshumanizado en el que el egoísmo lo invade todo. Las desgracias y calamidades del que tenemos al lado no nos preocupan. Nos resbalan. Y mira que hay hambre y miseria por todas partes –sobre todo, ahora, con la puñetera crisis–, para que gentes sin escrúpulos ni conciencia monten estas subastas indignas y vergonzosas, que deberían constituir delito y ser castigadas, y multados sus organizadores y responsables con cuantías igualmente millonarias. Y los de la jeringuilla, hala, que se jeringuen.
Y concluimos recordando de nuevo a Cicerón: «Odio los tiempos en que vivo». Y el currante también.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo