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Relato sobre Ifni

29 de Junio del 2019 - Luis Játiva García

En el mes de enero de 1969, hace 50 años, se firmaron los acuerdos del Gobierno de España con el Gobierno de Marruecos para la cesión de Ifni al reino alauita, quedando finalizada la entrega el 30 de junio de 1969.

En 1934, el 6 de abril, el coronel Capaz, de forma totalmente pacífica, tomó posesión del territorio de Ifni.

En aquel momento, lo que es hoy la ciudad de Sidi Ifni era solamente un “morabito” llamado Sidi Ifni.

Tan solo en 20 años, aquel exiguo territorio se convirtió en una preciosa ciudad de 52.000 habitantes, con toda clase de servicios.

En diciembre de 1965 fui destinado a Ifni, como médico militar, hasta el mes de mayo de 1968.

En aquel tiempo, Ifni estaba reducido esencialmente a la capital del territorio, Sidi Ifni.

La población era de unas 54.000 personas, de las cuales los españoles, europeos, éramos unos 8.000.

Mi destino, como médico militar, era la logística, en la Compañía de Sanidad, con ambulancias, Land Rover, caballos y mulos.

Al tener la especialidad de Pediatría, tenía que atender a la población infantil de Sidi Ifni, por lo que durante los dos años y cuatro meses que estuve residiendo en Sidi Ifni conviví con gran parte de la población, incluida la población de los baamaranis, descendientes de bereberes, que hablaban el dialecto chelja y el español, con religión musulmana y una espléndida mezquita en la ciudad de Sidi Ifni.

La causa de la presencia de España en ese territorio se debe al tratado de paz y amistad firmado por el sultán de Marruecos en abril de 1860.

La razón de esa cesión se debe a que durante los siglos XIV y XV don Diego García de Herrera fundó una base en la costa africana para que los españoles pudieran faenar, protegidos por un fuerte llamado la torre de Santa Cruz, en una zona próxima a las costas de las islas Canarias. Lugar distinto al de Ifni.

Actualmente se conoce con exactitud el lugar donde estuvo situada la torre (fuerte) de Santa Cruz.

Un profesor llamado Mariano Gambin la ha reconocido y estudiado.

Aún hay restos de esa torre de Santa Cruz. El lugar, situado a varios kilómetros al norte de la actual Ifni, es un entrante en el mar que forma una rada próxima al llamado puerto Cansado; actualmente se le llama Khnifir.

Es un lugar donde las aves, flamencos, reposan en sus largas travesías.

Se fijaron los límites del territorio en 1912, en consonancia con Francia, como parte del protectorado, bastante más reducidos que los acordados en 1860. Desde 1912 hasta 1952 tuvo el “estatus de protectorado”. A partir de 1952 pasó Ifni a formar parte del África Occidental Español, de posesión española, quedando el territorio de Cabo Jubi como el Protectorado del Sur.

Tras la guerra de 1957-58 contra las llamadas “bandas armadas”, el Gobierno de España entregó a Marruecos el Protectorado del Sur, es decir, Cabo Jubi y Tam Tam.

Por otro lado, abandonó gran parte del territorio de Ifni, quedando reducido a un semicírculo de unos 13 kilómetros de radio.

Se abandonaron las poblaciones de Tabelcut, Escunt, Bifurna, Hameiduch, Tiugsa, Tagrara, Zoco el Arba de Ait Abdala, Mesti, Teninn, Telatta de Sbuia, Ug Gug y Teliuín. Algunas de estas poblaciones, anteriormente, fueron centros administrativos importantes, con médicos, practicantes, maestros, albañiles y otros operarios.

A partir de 1958, el territorio de Ifni, esencialmente la ciudad de Sidi Ifni, quedó protegido con blocaos defensivos.

¿Por qué se abandonó gran parte del territorio después de una guerra victoriosa? ¿Por qué todo quedó reducido a una décima parte? ¿Qué utilidad y qué función tenía tan exiguo territorio? ¿Por qué en 1958 Ifni se constituyó como una provincia española, con procuradores en las Cortes? Son preguntas que siempre me hice.

Lo cierto es que en 1960 las Naciones Unidas, el 14 de abril, incluía a Ifni como territorio no autónomo, instando al Gobierno de España a descolonizarlo. Se supone que el Gobierno de España se debió de poner en contacto con el Gobierno de Marruecos para iniciar la entrega de Ifni.

Cuando me incorporé a Sidi Ifni me encontré una ciudad que me llamó la atención, por lo agradable y bien dispuesta que en todos los órdenes se encontraba. Había un buen hospital, de doscientas camas, atendido por médicos civiles y militares, disponía de unos sótanos que podían atender a otro tanto de personas que necesitaran atención. Había varias farmacias particulares, con suficientes medios. Existía un Instituto de Enseñanza Media, varios colegios atendidos por profesores titulados. Un aeropuerto, lo suficientemente grande, donde aterrizaban los aviones de Aviaco e Iberia. Se estaba construyendo un funicular, que levaría toda clase de mercancías, coches incluidos, desde la costa hasta una isla artificial construida a un kilómetro de la costa. Mientras, unos anfibios traían a la costa los enseres y personas de los buques que fondeaban no lejos, en las playas.

La ciudad está situada en las ladeas del monte Bulalan. En la parte más alta de la ciudad estaban las casas de los nativos, típicas casas “morunas”. En el centro de la ciudad, las calles y casas eran, son, semejantes a cualquier ciudad española, con luz y agua corriente, calles asfaltadas, farolas y jardines.

Hay quien la llamaba la ciudad de las flores.

En el centro de la ciudad existían algunos establecimientos que se dedicaban a vender objetos de procedencia japonesa a los soldados que allí hacían la mili. Compraban recuerdos, radios de transistores, pulseras de oro y plata y figuras de ébano que traían de Mali.

Existían dos hoteles, uno moderno, el hotel España, y otro más peculiar, se llamaba Suerte Loca. Existían dos zocos. El zoco viejo, pequeño e igual que cualquier zoco de un poblado marroquí, y el zoco nuevo, grande y semejante al mejor mercado, con toda clase de artículos alimenticios.

Al principio de mi llegada a Sidi Ifni el mayor problema era la falta de viviendas, pero al cabo de un tiempo se construyeron unos edificios de tipo colonial, perfectamente preparados para soportar el siroco. En los días que lo padecíamos, se llegaba a 50 grados, con plagas de langosta y lluvias torrenciales. Había un buen cine, con buenas películas. La televisión, aunque malamente, se veía. La señal procedía de Canarias.

Debido a mi actuación como pediatra, recorrí y traté a gran parte de los que habitábamos en la ciudad. Mi relación con los baamaranes fue siempre cordial y amistosa. Pero hubo un lapsus. En el mes de junio de 1967, durante los siete días que duró la guerra de Israel contra los pueblos árabes, una parte de la población se echó a las calles con banderas y cánticos islamistas. No hubo ningún altercado serio y todo volvió a la normalidad.

A mediados de 1967 era de dominio público que el territorio se iba a entregar a Marruecos.

Entre la población autóctona, con negocios mercantiles, se sentían engañados. Algunos de esos comerciantes me dijeron que España hacía mal en abandonar Ifni, que si se hiciera un referéndum, tal como se hizo en Gibraltar, la mayoría de los habitantes de Ifni estaría en contra de que nos marcháramos.

Cuando abandoné el territorio de Ifni, abril de 1968, la situación era pacífica, pero daba la sensación de abandono y tristeza.

Cuando llegué a Ifni iba con mi esposa y una hija, volví con mi esposa, tres hijas y los recuerdos de tiempos medianamente felices y otros menos felices.

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