La Nueva España » Cartas de los lectores » Tribuna » El amor puede cambiar el mundo

El amor puede cambiar el mundo

1 de Agosto del 2019 - Ricardo Luis Arias

El amor es un sentimiento que puede mover y cambiar el mundo si los humanoides quisiéramos, con una ejemplar convivencia y solidaridad de los pueblos y gentes, en vez de ser todo lo contrario. Las consecuencias ahí las tenemos, vivimos y padecemos: un planeta en el que sus propios inquilinos somos sus depredadores por todas partes, pueblos y continentes, bien con guerras, terrorismo y una violencia y agresividad generalizadas, a lo que hemos de añadir la forma irresponsable con la que nos estamos cargando el mundo al envenenar y contaminar su atmósfera de una manera tan alevosa y precipitada. De continuar esta depredación demencial así, nuestro terrícola planeta terminará siendo una sucia y maloliente boñiga perdida en el cosmos.

Y todo por falta de amor, un amor al prójimo, a nuestros semejantes, a nuestros convecinos, a cuanto nos rodea y forma parte de nuestra andadura humana, que hacemos tan deshumanizada por la falta de ese amor representado en la convivencia y solidaridad. El darse uno a los demás por entero, en una obligada reciprocidad. Nuestro mundo sería entonces un verdadero paraíso, quizás el prometido, en el que la gran aventura de vivir sería maravillosa y una hermosa realidad.

El amor es fundamental sobre todo y ante todo en la fundación de la familia, base y soporte de la sociedad civil en la que discurre nuestra vida, amor que los progenitores, mujer y hombre, padre y madre, tienen que transmitir ejemplarmente a sus hijos, una transmisión o herencia que tiene que ser de una continuidad generacional en el tiempo. Un tiempo que sea amor, sin pasado ni futuro, y sí una conexión en cadena de una generación a otra. Sí, el amor es básico en la creación de las familias, y la falta de él es la causa de tantos desastres matrimoniales hoy, porque su amor era ficticio o un espejismo engañoso, falto de ese amor verdadero. Porque el amor verdadero es aquel que es entrega, sacrificio, renuncia y que sabe hacer frente a los fuertes temporales de la vida, que son tantos y tan frecuentes. Pero como después de la tormenta viene siempre la calma, el verdadero amor hace que ese matrimonio permanezca sólido y unido del hogar, que es el santuario de la familia.

Y la familia se crea y se forma con amor, mucho amor, atadura feliz que une a todos sus miembros y componentes, tanto en lo bueno como en lo malo, que es lo que más abunda en nuestro tránsito humano que nosotros mismos, sí, solemos hacer inhumano por falta de amor. Un amor que puede ser falseado, tergiversado o prostituido, según sea la condición humana de quien lo sienta o practique. Por ejemplo, se puede amar a una persona, sea ella o sea él, por su buena situación económica, su belleza física, en evitación de una soledad, en fin, que puede haber muchas maneras de cambiar la vida de uno, o de pasar del celibato al matrimonio sin el verdadero amor, lo que hace que terminen esas uniones siendo un verdadero fracaso. Y ese amor verdadero, hora es ya de decirlo, nace y sale del alma, de esa otra vida espiritual que tiene el hombre (y la mujer, naturalmente) que no tiene un fin humano sino todo lo contrario, lo que nos diferencia de los seres irracionales.

Afortunadamente, en nuestro convulso y desnaturalizado tiempo, muchos son los matrimonios y familias unidos por el amor que aquí es objeto de esta reflexión. Precisamente acabamos de conocer a un joven matrimonio, con unos veinte años de singladura familiar, que son un ejemplo del verdadero amor. Siempre juntos, con su blanca y diminuta mascota, Alfredo y Ludi o Ludi y Alfredo, eran obligada cita ahora aquí, dada su ejemplaridad.

Y este envío a esos poderosos países del mundo, a sus gobiernos, de nuestro contaminado y conflictivo planeta: que todas sus bombas atómicas y nucleares americanas, chinas, norcoreanas, rusas e iraníes, sean cambiadas por otras bombas cargadas únicamente con amor, mucho amor, y se las arrojen unos a otros acabando así con tanta amenaza y sobresalto que nos trae a todos los seres humanos por la calle de la amargura. Y que nos dejen en paz de una puñetera vez. Voilà!

Ricardo Luis Arias

Aller

Cartas

Número de cartas: 45573

Número de cartas en Julio: 34

Tribunas

Número de tribunas: 2069

Número de tribunas en Julio: 2

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador