Despidiendo a Velino "El Rilu", mi padre
¡¡Qué rápido empezamos a recoger la cosecha que sembraste en esta vida, papá!! ¡¡Cuánto te quiere la gente!! ¡¡Qué triste pero, a la vez, qué fácil ha sido despedirte!! Todo el mundo tenía algo bueno que decir. Siempre fuimos conscientes de que todos te admiraban, pero no de que habías sido tan importante en la vida de tanta gente. Se nos parte el corazón con tu ausencia, parte de la alegría que transmitías se ha ido contigo, pero el ver cómo se acercaban amigos, vecinos, familia a despedirte, las anécdotas que unos y otros nos han contado vividas contigo nos alientan en estos duros momentos. Soy de las que piensan que eras una de esas personas que no deberías morir nunca, por todo lo bueno que has dado. Dejas muchos huérfanos de humor, de confidencias, de amistad, de amor, y no hablo solo de tus hijos... te vamos a echar mucho de menos, ¡pues eras único!
En tu funeral dio la sensación de que estaba orquestado por ti. La llegada a la iglesia ya vaticinaba lo que nos esperaba dentro. En el nuevo templo de Colloto, construido por güelito e instalado por ti, no cogía ni un alfiler. Nunca lo había visto así. Todos los bancos llenos, el silencio solo se rompía por los sollozos de muchos. Tu familia te llevó en volandas al altar, donde tantas veces has estado presente. Los curas no podían faltar, ahí también tenías grandes amigos y querían cooficiar tu funeral. El coro, no sé cuántos había juntos, se unieron de manera popular para cantarte todas esas canciones que habías compartido en miles de ocasiones. A ellos también les costó mantener el tipo. La homilía estuvo muy oportuna, como dirías tú. No era el día de hablar de otra cosa, sino de ti, papá. De tu bondad, generosidad, amistad, alegría, valentía...
Parecía que todo el mundo sabía qué tenía que hacer para tenerte contento este día. Para finalizar, una oración a nuestra querida Virgen de la Cabeza y la canción "De colores", con la que clausurabas los cursillos de cristiandad. Yo era un mar de lágrimas, pero no había podido estar mejor. De repente comienza de forma espontánea un aplauso que nos derrumba, pero que mereces con creces, ¡¡se nos iba un Grande!! Te imaginaba en el cielo gritando ¡¡Guapooo!!, como hacías en Meres con los mejores fuegos artificiales. Descansas en el cementerio de Tiñana, te despidió la gaita que tantas veces acompañaste.
Cuidaremos de mamá, que una vez más demostró ser todo un ejemplo de fortaleza. No olvidaré nunca tu humildad, sencillez y los valores que nos has inculcado, ha sido un orgullo ser tu hija.
Desde aquí y en nombre de toda la familia quiero dar las gracias a todos los que nos habéis acompañado o que de una u otra manera habéis sentido la pérdida de nuestro padre. Muchas gracias.
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