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Agoniza el Espartal

14 de Julio del 2019 - Antonio Mallo Fernández-Ahuja (Avilés)

Tengo un amigo de un amigo que el mes pasado recibió una multa porque un vecino (¡vaya vecinos tienes, Juanón!) le vio verter un líquido mata hierbas delante de su finca.

Dicho sea de paso que el líquido en cuestión no excede de un litro y eso después de diluirlo, según me explicó. El hombre es tan despistado que incluso me atrevo a pensar que lo que echó en la sulfatadora no eran otra cosa que el azúcar glass de su última creación repostera.

Pero como el amistoso vecino de Juanón se empecinó, llamó a la Guardia Civil, ésta le solicitó el carné de “manipulador de líquidos mata hierbas” y al no tenerlo, multa que te cayó por querer erradicar un metro cuadrado de llantenes.

Esto es lo que pasa a los pobres ciudadanos de a pie, como la ley es la que es y no se puede cambiar, tienen que someterse a ella. En cambio los políticos no, los políticos, si una norma les estorba, no tienen problema, se la saltan y punto, vamos, no se la saltan, la recogen en un bonito documento, la justifican con los argumentos contrarios a los que emplearon años atrás para ratificarla y listo, norma cambiada, podemos seguir adelante.

Digo esto por el nuevo asalto a lo que es de todos y no de unos pocos: el patrimonio natural. Bastante acostumbrados estamos a que los planes urbanos se cambian al capricho de la construcción del momento, para eso, ¿por qué gastarnos el dinero en arquitectos, ingenieros, economistas, si lo vamos a cambiar todo cuando nos moleste algún edificio, o paraje o lo que sea? No hagamos planes ni leyes y dejémoslo todo al arbitrio del sátrapa de turno, sería más sencillo.

Hace unos días salió publicado en el BOPA un anuncio que pretende el deslinde de parte de la playa del Espartal (491 metros, no el metro escaso de Juanón, recuerden) con el objetivo de meter más cemento y más hormigón. Prohibimos volar un dron sobre Salinas, pero no nos duelen prendas en meter toneladas de acero corrugado en las entrañas de las dunas, ¿no les parece un poco raro?

Se supone que la playa de Salinas y el cordón dunar son patrimonio de los asturianos, entorno natural y de disfrute de todos, pues bien, lo que se dijo hace unos años para no construir, ahora, como nos incomoda y queremos ganar unes perruques con los “ibis” y los permisos y esas cosas, lo cambiamos, eso sí, con el formalismo más formal y engolado y listo.

Lo triste de todo esto no es que sea una corporación de izquierdas que se traiciona a sí misma en la defensa de lo común, lo triste no es que si esto lo apuntase una corporación de derechas, toda la oposición se le echaría encima alegando que la derecha sólo busca el enriquecerse a toda costa, no; lo triste es que las leyes no tienen sentido si se modifican cuando nos interesa y se quedan en un insulto a la ciudadanía que no sabe a qué atenerse, al margen claro de la mayor: estropear para siempre la playa de San Juan.

Nadie se acuerda ya de Solón, aquel griego que fue ensalzado por sus compatriotas, no por ser un legista justo, bueno o sabio, sino tan sólo por dejar registradas las normas que antes solo de forma oral eran recogidas, con la evidente arbitrariedad del juez que las aplicaba y que unas veces prohibía lo blanco y otras lo negro.

P.D.: Esperamos que al menos es lo mínimo que se espera de una corporación que se denomina democrática, y a la que le gusta hablar de presupuestos participativos y esas cosas, que se determine, como es preceptivo el grado de aceptación o repulsa social que generar el proyecto entre los habitantes de la zona, vamos, en dos palabras: que se pregunte a los paisanos si quieren más hormigón en la playa.

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