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Mujeres e igualdad

9 de Abril del 2010 - J. Jesús J. Suárez González (Gijón)

Durante la mayor parte de la vida del Homo Sapiens sobre la Tierra imperó el matriarcado (ver escritos sobre el tema de Federico Engels y del antropólogo norteamericano Morgan), eran las mujeres las que gobernaban los grupos y dirigían la educación y la economía de subsistencia, también mandaban en las relaciones sexuales, que solían ser promiscuas. Hasta tal punto llegaba la supremacía femenina que en muchas tribus americanas, en pleno siglo XIX, no existía la palabra padre. Cuando los cazadores se asentaron y aparecieron la agricultura y la ganadería todo cambió. El hombre, a cambio de su esfuerzo físico, exigió que los hijos fueran inequívocamente suyos. Como bien sabía Marx, la familia, como todas las estructuras sociales, está intrínsecamente ligada a la economía. Es decir, no siempre existió, mas bien lo contrario, el patriarcado. Con la nueva estructura económica, la figura del hombre adquiere una importancia que permanece durante una gran parte de la revolución industrial, casi hasta nuestros días. Si bien en la mayor parte de los países la mujer está hoy bajo el yugo del hombre, en los países occidentales desarrollados su papel ha cambiado drásticamente desde su incorporación al trabajo en las empresas y las administraciones públicas. La proletarización femenina ha supuesto el reconocimiento social de las mujeres, pero los varones todavía no se han adaptado a tan vertiginoso y positivo cambio. Son, por ello, las féminas trabajadoras las que frecuentemente tienen que compaginar el trabajo fuera del hogar con el de casa y con el cuidado de los hijos, se las ha dado en llamar Súper Woman.

Otra vez la mayor importancia en la estructura social está provocando cambios en el estatus. Pero, cuidado, de la misma manera que la dictadura patriarcal era terriblemente injusta, la matriarcal lo fue y puede volver a serlo. Ya hay síntomas claros del abuso de poder de las mujeres que nada tienen que ver con la igualdad de derechos entre los sexos.

Cuando tenemos una Constitución que garantiza la igualdad entre los ciudadanos, no son de recibo muchas actitudes feministas que, de facto, atentan gravemente contra los derechos de los hombres. Nos estamos refiriendo a las cuotas, las discriminaciones positivas y otros asuntos de mayor gravedad como las denuncias falsas, sin castigo alguno, por maltrato y que sean las mujeres las únicas que decidan en casos de aborto, aunque el padre está obligado por ley al mantenimiento de los hijos si la mujer decide seguir adelante con su embarazo. En este contexto aparecen debates ridículos pero que no son, en absoluto, baladí. Uno de ellos es la modificación de la Constitución para que no prevalezca el varón sobre la mujer en la sucesión de la Corona. Si partimos de la base de que la misma institución monárquica está metida en nuestra Carta Magna con calzador, pues el rey está al margen de las leyes que rigen para el resto de los ciudadanos y no tiene que ganar elecciones, mejor dejar las cosas como están. ¿Porqué es de justicia la igualdad de los sexos y se excluye la del benjamín y el primogénito?. En el mismo sentido, ¿porqué tiene que haber un porcentaje de mujeres ministras y no uno de gitanos, negros, musulmanes o adolescentes?. Cuando la valía se sustituye por otros parámetros las contradicciones afloran.

De la misma manera que hay mujeres que no necesitan esgrimir su sexo para demostrar su capacitación, también las hay que pueden hacer las cosas tan mal como muchos hombres. Pero es frecuente que, ante la menor crítica, se escuden en su condición femenina para esconder los errores. Muchas veces hemos visto en el Parlamento como utilizan esta artimaña. Hoy no solo tenemos ministras y vicepresidentas, en los partidos políticos, como en los ayuntamientos, las mujeres también tienen cargos de alta responsabilidad. Pero se las puede criticar, faltaría mas, se puede decir que Bibiana Aído es una totalitaria a la que le importan un rábano los derechos de los hombres y los niños, incluso quiere prohibir cuentos como Blancanieves y La Cenicienta en las escuelas; se puede decir que María Dolores de Cospedal no nos convence cuando habla de la corrupción de cargos públicos del PP y también podemos decir que la alcaldesa Dña. Paz mejor promocionaba la cultura asturiana y las romerías, que están desapareciendo, que la Feria de Abril en Gijón.

La lucha por la igualdad de las mujeres, y de los hombres, no puede ser una coartada para el despotismo.

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