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L'asturianu se queda sin fundamento

19 de Julio del 2019 - Jesús Avelino de La Pienda (Jesús Avelino González García)

Expondré una muestra de cómo los bables se van quedando sin contenido y, por tanto, también ese invento del asturianu, que nos quieren imponer y que se está llevando un importante pellizco de los impuestos que pagamos todos los asturianos.

El lenguaje de los bables está íntimamente ligado a la vida rural de tiempos pasados, que desaparecen ante la radical transformación actual. Asistimos a un cambio de la cultura rural que no se veía desde hace miles de años. Herramientas como el llavieu ya lo usaban los egipcios y los babilonios y estuvo vigente hasta hace pocos años. Actualmente ya sólo quedan algunos ejemplares en los viejos tendejones de las casas rurales y en algunos museos.

La terminología ligada a la estructura y a las funciones de esa herramienta desaparece con la herramienta misma. Y eso sucede hasta tal punto de que ese lenguaje ya no lo conocen ni siquiera los jóvenes que permanecen en el campo. Escojo dos instrumentos clave de esa cultura rural que desaparece: el llavieu y el gadaño.

El llavieu fue una herramienta fundamental que determinó la economía de nuestro pasado asturiano. En torno al llavieu y sus auxiliares tenemos los términos siguientes: llabrar, echar cuchu al riegu, gradar, estarronar, espalucar, sallar, arrendar, espicar el maíz, coyer el trigo, goxu, goxa, focete, mesories, fesoria, picón, etc. Todos están ligados al llavieu, a sus funciones y a otras herramientas complementarias como la grade, el mazucu, la espalucona con sus tres funciones: espalucar, sallar y arrendar.

Lo mismo sucede con los nombres de las distintas partes del llavieu: la cabeza, la rabera, el timón con su clavija y su sechoriu, les oreyes, la rea, y las funciones de cada una de esas partes. Hoy ya sólo quedan algunos ancianos que puedan recordar esas palabras.

A esto hay que añadir el conocimiento de los momentos del año en los que se realizaban esas tareas y a los que iba ligado el lenguaje correspondiente y gran cantidad de refranes.

Un segundo ejemplo muy significativo es el caso del gadañu (guadaña) y el rozón. Sus marcas dominantes eran la de Dos Liras, la del Austriaco, la de la Bellota y la del Toro. Esta herramienta está a punto de desaparecer por completo y con ella toda la terminología ligada a su estructura (el paño, la costilla, el gatu -para reforzar la costilla-, el pie, el estil con sus dos manías y la vela con su cuña o pina) y a sus funciones (segar, como función específica del gadañu), así como las herramientas complementarias: el zapicu (varios modelos) con la piedra de afilar (varias marcas); el garabatu, sus tipos y su función de pradiar; la pala-dientes para esbarallar, aborregar y embalagar. Se distingue entre la yerba (seca) y el segao (yerba en verde). Estas herramientas se utilizaban mucho en el trabajo de la hierba seca y del segao (hierba en verde). La hierba seca tiende a desaparecer, porque es sustituida por distintas formas de ensilar. La labor de la hierba en verde era diaria y también desaparece.

Como estos casos del bable central se podrían poner cientos más. Pero baste para demostrar cómo ese amasijo del asturianu ya no tiene fundamento en la realidad actual de Asturias. Mezcla bables arbitrariamente, castellano “asturianizado” y algún que otro invento. Una mescolanza que resulta ridícula al oír a locutores de la TV y la radio practicarla como queriendo darnos a los asturianos lecciones de una verdadera lengua. Hablan un mal castellano mezclado con palabras bables tomadas de uno u otro bable según reglas creadas por la Academia de la Llingua.

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A estos dos ejemplos me gustaría añadir la profunda transformación de la casa familiar rural y su economía autosuficiente, que hoy ha desaparecido para convertirse en residencia de una empresa ganadera o de productos agrícolas especializados. La brevedad del artículo que se me impone no me da opción a desarrollar este punto.

Pues bien, nuestros bables se desarrollaron en torno a toda esa actividad rural que hoy ha desaparecido casi por completo. ¿Qué sentido tiene empeñarse en seguir hablando su lenguaje? Es verdad que se desarrolla otra parte de ese lenguaje en otras relaciones humanas, pero también es verdad que esas relaciones ya no son las que eran. Han desaparecido los lavaderos públicos de los pueblos, los bares como lugar de encuentro, las salas de baile, las romerías, y multitud de otras fiestas populares, muchos de los juegos como el batiente y tantos otros. El campo evoluciona y se moderniza. Los asturianistas parecen vivir al margen de esa evolución.

También se podría decir que los bables se desarrollaron en las villas y pequeñas ciudades de tiempos lejanos. Pero no hay que olvidar que la vida y el lenguaje de aquellas villas y ciudades estaban muy condicionados por la gran predominancia de la vida rural. Quienes iban a los mercados a vender sus productos eran los del campo. En los mercados y plazas se hablaban los bables de los campesinos que acudían. Hoy los que quedan van a la ciudad a comprar lo que necesitan en grandes concentraciones comerciales abastecidas por grandes industrias, que imponen su propio lenguaje, que ya nada tiene que ver con el que había en los pueblos.

El verdadero lenguaje nace pegado a la vida y a sus necesidades. Eso explica por qué hay distintos bables en Asturias. Cada uno responde a una zona determinada con su entorno natural y sus formas propias de vivir.

Por otra parte, tampoco es tan grave el que esos bables tiendan a desaparecer. Es ley de vida. El latín desapareció transformándose en diversas lenguas más acordes con los tiempos.

Pero el asturiano no es una transformación de nuestros bables. Es un amasijo completamente artificial hecho por ciertos filólogos, que se autoconsideran los verdaderos “sabios” de ese artificio.

La nueva economía rural aplica un lenguaje para el que los bables ya no tienen recursos lingüísticos. ¿Cómo se diría “tractor”, “rotovator”, “remolque”, “aspersor”, etc, en bable o asturianu? ¿Cómo se diría avión en bable? ¿Cómo se diría en el asturianu? ¿Diríamos acaso “páxaru que vola”?

La nueva tecnología en sus infinitas aplicaciones conlleva todo un cúmulo de nuevos términos que el asturianu no tiene más remedio que aplicar sin que tengan nada que ver con la terminología bablista.

Ese asturianu de oficina llega fuera de tiempo a la modernización del viejo mundo rural, un mundo que desaparece para dejar paso a una nueva época marcada por una nueva economía con su lenguaje propio.

Por tanto, la conclusión parece clara: no necesitamos el asturianu para nada. Es una causa que no tiene justificación, a no ser para el beneficio económico y político de unos pocos a costa de los impuestos que pagamos todos.

Las lenguas nacen de la vida y no de las academias.

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