Carta de despedida a mi amigo "El Rilu"
Hermanín, quiero rendirte mi homenaje de amistad con esta carta, usando el genero literario que a ti más te gustaba. Aún recuerdo con profundo cariño la que tú me escribiste y me leíste en la furgoneta, tu oficina, el día en que te enteraste que me marchaba de Tiñana.
Tuve la gran suerte de conocerte en Covadonga en un cursillo de cristiandad, al que ibas con tu querido párroco don Angel, que en paz descanse, en el año 1977, y precisamente en Covadonga, en el altar de la Santina ofrecía la misa, estando tú de cuerpo presente, el 1 de julio de 2019; y puedo decir y lo digo con orgullo que, a lo largo de estos años de caminar por la vida, esta nos regala la presencia de un ser irrepetible al que tuve la gran suerte de conocer, una persona que con su sola presencia irradiaba tanta paz, que todo aquel que estaba a su lado se sentía en paz.
Dice una canción que tú cantabas que "algo se muere en el alma cuando un amigo se va". Hoy sé que es verdad, me quedan muchos buenos recuerdos. Seguramente estarás perplejo al oírnos decir que te has muerto, cuando tú te sientes más vivo que nunca. O que no te veremos más cuando tú nos estás viendo y oyendo mucho mejor que en tus últimos días. Es nuestra ignorancia que nos hace decir estas cosas, cuando en realidad lo único que ha sucedido es que tu cuerpo ha dejado de funcionar. Algo ya sabes de verdad: no podemos morir.
Los funerales son para todos, tú y nosotros, tenemos conciencia de que tu misión ha concluido y para expresarte nuestro agradecimiento por todo lo que hemos compartido. Hemos acudido a tu querida iglesia de Colloto: tu esposa, Azucena; hijos, nietos, familia, amigos y vecinos de toda la vida. Cada uno de tus conocidos ha recordado momento vividos contigo, y también están cerca de ti otros seres que te quieren dar la bienvenida y que tanto significaron para ti: tus padres, tu cura Don Ángel, tu amigo del alma Juanín.
Has vivido 74 años y has creado una familia que te quiere; has dejado muy buenos recuerdos en muchas personas, en los vecinos de Colloto y Meres, a los que preparabas unas fiestas que siempre recordaremos; en los miembros de los cursillos de cristiandad a los que te entregaste en cuerpo y alma y a los que transmitías tu vivencia cristiana; en los que oíamos tus monólogos. Hermanín, la misión ha terminado.
Hoy yo quiero terminar con una frase de San Juan de la Cruz que tú y yo cantamos muchas veces: "Al atardecer de la vida me examinarán del amor". Y de eso lo has demostrado entre nosotros con matrícula de honor. Tu fidelidad y entrega como cristiano en las cosas pequeñas haciendo la vida agradable a cuantos te rodearon. Hermanín, no te quedes aquí dando vueltas perdido en la oscuridad, atrapado por nuestras emociones y las tuyas. Todo está consumado. Tu destino ahora es la Luz Superior, de donde todos salimos inocentes y adonde todos algún día regresaremos conscientes, y sintiendo la dicha de haberte conocido y querido, de haber vivido juntos. Descansa en paz, hermanín.
Tu amigo y confesor José Manuel Rodríguez Fueyo, sacerdote
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

