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Sin respeto y disciplina la cosecha será la prevista

15 de Julio del 2019 - José Viñas García (Oviedo)

Un árbol, si empieza a torcerse y queremos que nos salga derecho, debemos empezar a corregirlo cuando es tierno y joven, ir enderezándolo a medida que haga amagos de desviarse. Si lo dejamos para más adelante, la tarea será imposible, fuerte y grueso, ¡ya retorcido!, imposible de corregir sin mediar operaciones de gran calado.

Así ocurre con los niños por muchos colectivos buenistas que sigan aportando confusión y tergiversación en ese mantra de que un cachete es maltrato y los niños saldrán poco menos que traumatizados y subordinados al mejor postor. Todo lo contrario, no hay manera de educar "bien" sin castigos y disciplina, todo dentro de los márgenes que los padres o abuelos saben a bien poner límites, quieren al hijo y al nieto más y mejor que cualquiera de ustedes. Siempre un cachete duele más a quien lo da que a esos rebeldes niños que siempre, desde muy temprana edad, son muy conscientes que cuando una madre o abuela les corrige siempre tienen ellas motivos y razones suficientes para ello.

Me da que quienes logran convencer a jueces y políticos de estas leyes proteccionistas no tienen hijos, no saben de ellos, no les importan y solo se conducen por moralinas simplonas que les aporta sugerentes beneficios al ser ellos portadores y portavoces del logro bendecido por políticos mediocres que siempre se dejan llevar, siempre estarán dispuestos a regalar leyes a medida con simples algaradas callejeras tocando trompetas.

Ya hemos dicho muchas veces sobre este tema, pero los resultados los estamos palpando ahora, la generación educada sin cachete ahora es adolescente, hombrecitos y mujercitas hechas y derechas, donde prevalecieron sus caprichos a sus obligaciones, el disfrute a la responsabilidad, el gasto al ingreso; el ocio, lo vacacional, al trabajo, regalo a esfuerzo, no respetan nada, salen manadas de energúmenos a montones, donde vemos a mujeres, profesores, padres y abuelos acobardados ante la agresividad y la preponderancia de sus retoños malcriados, consentidos hasta límites insospechados. Todavía el resultado final, el desastre predecible, no lo sabremos hasta que estos imberbes tengan que ser ellos los que lleven las riendas de familias, empresas y gobiernos. El futuro que les espera a nuestros hijos y nietos (por su culpa) es palpable para quienes ven el desastre anunciado. Nada bueno puede esperarse de malcriados, holgazanes y consentidos. Sin disciplina, seriedad y respeto, el árbol se revolverá contra quien no supo enderezarlo.

Si no aplicamos disciplina, deberes antes que derechos, si no logramos inculcar el reconocimiento y el respeto a la autoridad y las normas que entre todos nos dimos, cuando esos niños se hagan fuertes y más zoquetes, ¿quiénes los controlarán?, no querían cachete para ellos, luego los maltratos los recibirán ustedes y otros. No serán cachetes lo que les esperan a ellos, será la cárcel y disgustos a montones por violaciones, peleas, asesinatos y todo lo que se puede esperar de quien se crio haciendo lo que dio la gana.

Están muy bien todas las leyes proteccionistas, pero no me dirán que si hay que tener leyes específicas para proteger a los hijos de sus padres, a los alumnos de sus profesores, a las mujeres de los hombres, a los homosexuales de los heteros... es que algo no funciona en esta sociedad. Las leyes deben ir encaminadas a mejorarnos la convivencia, pero cuando estas tienen consideración de absurdez general, todos idiotas.

Claro que existirán padres y profesores que abusen de su autoridad, fuerza o maldad, siempre será una mínima proporción como para ser considerada razón suficiente a una superprotección general que impida la buena correlación educativa, entre el respeto y la disciplina. Sin castigo ante la falta reiterada de obediencia no hay posibilidad de corregir y encauzar desvaríos.

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