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La fiesta de Santa Ana y "Santanina" en Castilla

29 de Julio del 2019 - Antonio Parra Galindo (Cuideiru)

El sol dora las peñas y esta luz de Sacramenia me llega al alma, son recuerdos de aquellos carros vivanderos, de las reatas de mulas. Enganchaba el carro de madrugada el abuelo y los machos; se llamaban el uno Cordobés y el otro Noble. Uno era bueno y el otro malo debía de ser hermano de judas pues a mi tía Paulina le soltó una coz que la quebró la nariz a la pobre. Pero era Santana, chiquitos, no apurarse ya faltaba poco para meter el grano al silo altas estaban las trojes esperando los trigos el bieldo caricia de los cierzos aquellas largas parvas de las tardes interminables en el trillo dando vueltas y revueltas. Conjurábamos el aburrimiento con alguna cantiña que salía de cuerpo bronca y espesa y avegonzada como el vino de la tierra. Apretaban los calores el abuelo Benjamín cantaba el prefacio poniendo motes a los pueblos de la redolada... "Castro los chivos Torreadrada las cabras Fuentesoto cagaberros que se crían en Peñacolgada donde caga y mea la zorra cuando a ella le da la gana. Membibre para molinos Aldeasoña no vale nada. El Vivar tiene buen vino pero Valtiendas le gana", etcétera.

La fiesta de Santa Ana dividía en dos partes el verano de aquellos días augustos de pobreza y escasez en el cuerpo y en el alma grandes esperanzas.

Al cruzar la Pobeda media legua antes pasar a Pecharomán el abuelo se santiguaba a la vista del monasterio de Santa María. El macho Noble que era burdeño de buenas ancas y mejores andares hacia una reverencia pero el Cordobés un yeguato que había mercado el abuelo en Turégano en la feria de San Andrés, refractario al yugo, indómito jumento, quería desuncirse del hermano, pegaba una taina.

Conque el tío Benjamín Galindo Martín, que así mi abuelo se llamaba, y era algo pariente del Empecinado aquel guerrillero que anduvo de maqui a la facción cuando lo de la Francesada, por estos cuetos, le sentaba las costuras al arisco animal con la tralla.

Este echaba a andar derecho como una vela pues era muy fino de cabos aquel yeguato.

Los monjes blancos entonaban maitines y a nuestro mulo esos cantos le ponían fuera de sí. Debía de ser de la raza de Caín pero qué se le va a hacer el mundo está lleno de buenos y malos. El abuelo dejó de llamarle "Cordobés" y aquel mulo zaino atendía por el nombre de "Hereje"

Portaban los de Sacramenia en andas a la Abuela de Xto. Subíanla hasta el cerro a la iglesia de san Miguel obre la cima por aquel camino de cabras entre jotas y donaires parabienes besos al jarro y de hoy en un año.

Teníamos una sensación mística; nuestra fe nos avalaba en el desamparo ante las incógnitas de la vida y había en aquel fervor mucho de sincretismo. El manto que llevaba la Virgen podía ser el de Demetria o la diosa Ceres arrastrapeplos como la Cibeles que protegía las cosechas. Sacramenia su pobre nombre lo indica fue uno de los vivaques o "mansio" de la Legio VII fundado por manipularii (soldados rasos) de ese encuadre.

Su propio nombre lo indica: muros sagrados y a estos muros sagrados he regresado al cabo de más de sesenta años buscando protección y amparo. Sub tuum praesidiunm Sancta Dei Genitrix.

El cura, un cura pispo repeinado y galante con aires de buen mozo le deben de haber salido muchas novias por estos pagos y hace bien qué coño hay que aumentar la demografía y mitigar la oligoantropía que asuela las tierras a esta orilla del Duero parece un azote bíblico es un dictamen judío, el pueblo que no olvida la destrucción del templo, por Vespasiano y sus legiones, un castigo de Dios por lo de entonces, una Nemesis religiosa bien orquestada desde las Redes que ellos dominan me prohíbe que cante en latín a Salve Regina, la gente no se la sabe, siento pena muy adentro por sentir mis viejas creencias atropelladas por ese odio infame al latín que era la lengua de la Iglesia Romana.

No puedo explicar mi fe. Es un misterio no exento de atropelladas supersticiones y de querencias. No la toquéis más que así es la rosa pero mi vida se esparce por estos andurriales que colonizaron los monjes blancos del Cister.

Siento ganas de llorar a la vista de una imagen de Santa María. El Cid Campeador llevaba un icono de Santa Ana en el arzón y yo lo llevo en el alma. Protectora de la vida. Abogada de las parturientas. Las parteras siempre colocaban su imagen a la cabecera de las parturientas deseándolas una hora corta. La religión nos religa nos ata a la vida al dolor de la existencia y al buen vino de esta tierra.

El vino de la comarca es el mejor del mundo. Una vez paré en una bodega de Valdezate y salí con los pies para arriba y la cabeza para abajo. Después de la misa y el sermón que pronunciaba el cura Francisco nuestro pariente y la procesión nos convidaba a comer un cuarto asado el Sastrín casado con una prima de mi tía Inés la de Fuentepiñel.

Luego al baile. Tocaba una orquesta de Peñafiel los Pichilines. El abuelo mercaba peladillas garrapiñadas de Alcalá y tiraba un par de rondas al tiro pichón, gustabale la escopeta, era buen cazador, acto seguido enganchaba y a eso de la media tarde retornábamos a Fuentesoto. Siempre parábamos en Pecharromán donde tenía un amigo que fue soldado en la guerra de Cuba nos convidaba a merendar en la bodega escabeche de cubillo y una achicharronada bien fartucos que quedábamos matando el hambre de semanas.

Aquel pan y aquel vino ya no lo he vuelto a probar nunca. Han fenecido los molletes y los corruscos no se cuecen aquellas hogazas porque la Melitona ya no amasa el pan. Se dejó la levadura en Pamplona ¡ay Ursula que esta haciendo! , como muchos de aquellos a los que oí cantar en el trillo y danzar en el baile de la vida que es también una danza de la muerte. Que Santa Ana nos proteja y de hoy en un año.

Nunca se llevaron bien los de Sacramenia y los de Fuentesoto y por fiestas de San Pedro degollaron a tres por una moza. La cruz que recordaba aquel asesinato en que tuvo la culpa el vino y una mujer cerraba la puerta del Redondillo vegas abajo según se sale de Fuentesoto. Unos y otros se dieron muerte a navajazos por una moza. Colijo que desde aquélla los de Fuentesoto en Sacramenia no somos bienquistos.

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