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La gran ofensiva que se nos viene encima

19 de Abril del 2010 - Inés Morán Álvarez (Oviedo)

Se prepara una ofensiva brutal contra el Papa y contra la Iglesia. En breve nos sorprenderemos hasta dónde han podido llegar en esta persecución despiadada e injusta, de la que no nos veremos libres los que tenemos presente a Dios en nuestras vidas.

Lo que comenzó por un laicismo (ya de por sí aberrante e irrespetuoso) fue cogiendo fuerza y velocidad, así como extensión, dominando poco a poco la mentalidad popular que fue arrastrada inconscientemente por este movimiento de tan nueva generación, cargado de odio y de belicismo a todo lo sagrado.

La Iglesia, su doctrina (véase que sólo es el amor lo que predica), su fundador Jesucristo (al que la última película que le han dedicado le muestra como un instigador revolucionario contra el régimen establecido, como un hombre que recurre a las armas para matar, como un promiscuo amante, etcétera), el Papa (el honorable Papa), el servicio social de la Iglesia (¿qué pueden decir de Cáritas, de las leproserías, del cuidado de los enfermos, de los comedores para los pobres, etcétera, etcétera), la apostolicidad (siempre es el amor lo que se predica, un bien para todo hombre y para toda sociedad), están siendo masacrados con malas artes y sobre todo con un odio visceral que pretenden imbuir en todos los ciudadanos.

Se acusa a diestro y siniestro, caiga quien caiga, aunque las acusaciones reviertan en seres inocentes que ya no lo hacen en los culpables. A base de insistir, de perseguir, de publicitarse en los medios de comunicación, de decir a tiempo y a destiempo, están creando maliciosamente un clima de desacato a la Iglesia, de desprecio y de repulsión que va cobrando cada vez mayor fuerza.

Se pretende ahora prender y encausar al Papa cuando pose sus pies en Gran Bretaña, acusándole de causar daño a la Humanidad. Se pretende quitar la casilla de la declaración de la renta a favor de la Iglesia y de sus fines sociales. Se pretende acallar a quien se muestre favorable a la doctrina de Cristo. Se quiere privar a los educandos del derecho que tienen a formarse religiosamente, algo trascendente en la vida del hombre. Se están empleando en conseguir reducir el culto al ámbito de lo privado.

El hombre, cuando sea reducido a la nada, nada será. Le habrán quitado la esperanza, la ilusión de vivir, el sentido de la vida. El hombre, reducido a vivir una vida sin Dios, encontrará que esa vida le asfixia, le ahoga. El totalitarismo ha entrado por nuestras puertas y está llenando todos los espacios. La nueva doctrina que imperará será la producida por el Gobierno en aras de su propio bienestar, sin que le importe el hombre ni la sociedad.

Mucho nos tocará padecer a muchos, no ya tan sólo por nosotros mismos sino por el dolor que nos causará el mal infligido a la sociedad. Será una sociedad de muertos a la vida, de seres sin esperanza, de meros instrumentos llevados y traídos al capricho de los bien situados.

A mí no me asusta este belicismo ateo e irrespetuoso, bélico y aberrante. En momentos de grandes crisis y de grandes persecuciones crece la heroicidad, aumenta el número de mártires revertiendo su fruto abundantemente en otros. ¡Que nos persigan!, verán con lo que se encuentran.

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