Sin la música, la vida sería un error
Me apresuro a advertir que el título de este artículo le fue usurpado momentáneamente al gran filósofo, poeta, músico y filólogo alemán Friedrich Nietzsche. Debo confesar que, con anterioridad tuve la intención en distintas ocasiones de hacer un loable comentario sobre la actividad de la Escuela Internacional de Música de la Fundación Princesa de Asturias, cuya fundación dirige magistralmente desde el año 2009 doña Teresa Sanjurjo González, nacida en Madrid, con una exquisita formación profesional, que desprende templanza a raudales. No me olvido de uno de los pilares de estos cursos de verano, su director artístico, de nacionalidad rusa, afincado hace décadas en Oviedo, el gran Yuri Nasushkin, que impregna entusiasmo a todos los alumnos.
No recuerdo los cursos que suma ya dicha Escuela Internacional, pero lo que sí es cierto es que desde un principio la asistencia a los mismos ha sido muy numerosa, jóvenes procedentes de otros países y de buena parte de las autonomías españolas. Nosotros un día estuvimos departiendo con un grupo de alumnos procedentes de Sevilla, Valencia, Zaragoza, Valladolid, y no ocultaron su entusiasmo al hablar de los cursos. Y no solamente acuden músicos en ciernes, también otros con aspiraciones a director, así como intérpretes del bel canto. Todos ellos bajo la experiencia musical de varias decenas de directores de medio mundo.
Subtítulo que sugiere el autor: Los cursos de verano de la Fundación Princesa de Asturias, un gran acierto
Primero, el 21 de julio, domingo, a las 7.30 horas, asistimos a los microconciertos teatrales que se desarrollaron en la plaza Porlier, en Oviedo. Cuatro grupos, uno en cada esquina, ofrecieron al numeroso público asistente, cada uno con distintos instrumentos: en una esquina una joven, claro, pianista; en otra una violinista de Sevilla; un norteamericano, con su clarinete, y en la cuarta esquina, una violonchelista. Cada uno de ellos estaba acompañado por actrices o actores para interpretar pasajes de los autores de las composiciones a los que cada músico les rindió su propio homenaje. El público que se desplazaba de esquina en esquina, dibujaba en sus rostros la satisfacción que le producía aquel espectáculo musical tan distendido y agradable para el espíritu. Fueron muchos los turistas que también disfrutaron de estos microconciertos teatrales, y no solo este espectáculo se ofreció en dicha plaza. Por lo tanto, un acierto más de la Fundación Princesa.
Después de estas jornadas de microconciertos teatrales, el domingo, 28 de julio, en el Auditorio de Oviedo, se celebró el concierto de clausura de dichos cursos. Allí los cientos de personas asistentes pudieron disfrutar al ver y escuchar la música ejecutada con sus distintos instrumentos musicales a tantos jóvenes que acabarán viviendo de y para la música. No solo músicos, también jóvenes que recibieron lecciones durante el curso de dirección de orquestas, así como cantantes: dos sopranos y una mezzosoprano.
Particularmente podría decir que mi vida está envuelta, no solo en arte de escribir, alimento de mis inquietudes e ilusiones, también la música –y la ópera–. Solo decir, que en la adolescencia mi hice socio de la Sociedad Filarmónica de Oviedo, así como de la Temporada de Ópera, aunque mis primeros pasos sobre el pentagrama los realicé tocando la mandolina en la rondalla de Lugones, también la guitarra, y luego al piano realizando tres cursos y otros tanto de solfeo.
Nuestras alabanzas no solo van destinadas a los cursos de verano, como no podía ser de otra manera, las hago extensivas en general a la Fundación Princesa de Asturias, cuyo Patronato preside Luis Fernández-Vega, y la directora, ya citada, Teresa Sanjurjo. Y en estos momentos no podemos olvidarnos del periodista allerano Graciano García, el gran “inventor” de este acontecimiento anual con proyección mundial, que nunca la región se lo agradecerá lo suficiente. Y ahora Graciano está empeñado en hacer de Asturias la capital mundial de la poesía, y seguro que lo conseguirá. Adrián Barbón, recién estrenado presidente autonómico, acaba de definir muy bien y en pocas palabras a la Fundación Princesa de Asturias: “Es el escaparate internacional de Asturias”. Con esta afirmación, sobran más comentarios.
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