Mujeres árbitros
Los medios de comunicación se hacen eco de que empieza a haber mujeres árbitros en los partidos de fútbol. Ciertamente, esto es una noticia pues el deporte de vigor y resistencia masculinos por antonomasia va abriendo sus horizontes. En España las generaciones han crecido viendo a grandes equipos y reñidas ligas integradas exclusivamente por varones; la exigente disputa y la encendida competitividad de un partido de fútbol, el potencial estratégico de cada equipo e incluso el ingenio y la argucia de algunas estrellas se han definido siempre como un emblema de hombría.
Por su lado, la agitación de una grada, con los nervios a flor de piel y una adrenalina desatada por afición y fanatismo, representa un ámbito inquieto y áspero donde no faltan los insultos. Algo que hace decenios podía espantar a una mujer al estar envuelta entre exabruptos tan indecorosos. Hoy el igualitarismo de sectores sociales influyentes ha juntado al varón y la mujer entre las gradas, que apoyan fervorosas a su equipo. La mujer se ha sumado indiscriminadamente al aluvión de seguidores entre las gradas. Todo esto hacía presentir que en cualquier momento aquélla saltaría al campo.
Y llama la atención, a este respecto, que sean las mujeres quienes ejerzan de árbitro en un partido jugado por varones; más en el fútbol que en otros deportes, como viene sucediendo. Traslademos esto a cuando las mujeres policías debutaban en un contratiempo vial. De hecho, significa mucho que una jugada controvertida la pite una “arbitresa”. ¿Asumirán los equipos y los aficionados la decisión de esta juez? ¿Reprimirán los futbolistas y los aficionados sus insultos por encontrarse frente a una mujer?
Para mí el paso decisivo será cuando haya partidos en cuyos equipos jueguen varones y mujeres sin ningún tipo de favoritismos. ¿No será éste el momento en que volvamos a sentir la irreprimible alegría de sentir el deporte y el juego como un estilo de vida?
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