Más relevancia para San Salvador
La conmemoración de los mil veinticinco años de la llegada a Oviedo de los restos del niño San Pelayo desde el convento benedictino de León –quien lo martirizó en Córdoba fue el califa Abderramán III, a quien ahora le acaban de quitar un busto en la villa de Cadrete (Zaragoza)– hasta el convento ovetense también regido por las reglas de San Benito pienso que es una buena oportunidad para reflexionar sobre la potenciación de nuestro turismo religioso.
Mucho antes, el camino desde la Meseta hacia el refugio tras las montañas fue fundamental no solamente para la trashumancia y los cambios climáticos, sino también para poner a buen recaudo las valiosas joyas cristianas a fin de que no cayesen en manos de los musulmanes.
Así llegaron hasta el sagrado monte del Monsacro –¿para cuándo las excavaciones arqueológicas en tan histórico refugio?– las reliquias que siglos después trasladó el rey Alfonso II el Casto hasta la primigenia catedral de Oviedo, que lleva el nombre de San Salvador.
Quizá sería ahora un buen momento –cuando se están planteando nuevos horizontes– para reorganizar los festejos veraniegos, que podrían comenzar el día del patrón oficial de Oviedo –el 6 de agosto–, que actualmente solamente se celebra con una misa en la Catedral; que proseguirían con la exaltación de la Santa Cruz –el 14 de septiembre– y que culminarían con las fiestas de San Mateo –en torno al 21 de septiembre– para lograr coherentemente la cuadratura del círculo.
De esta manera se podría dar un vuelco total a la promoción turística de Oviedo en estos meses en que tantos leoneses nos visitan para ir hacia las playas y así ofrecer a todos un atractivo programa festivo, lo que no siempre se ha hecho.
Y en Oviedo partiríamos tomando como punto de partida la Catedral, con su espléndida Cámara Santa y el tan desaprovechado jardín de los Reyes Caudillos, dado que desde aquí partieron sus descendientes hacia León y sus tumbas se encuentran en el espléndido panteón de los veintitrés reyes y reinas astur-leoneses en San Isidoro, donde también se exhibe el repujado cáliz de la reina Urraca –hay historiadores que mantienen que es el Santo Grial– y el Arca de los Marfiles.
Sin olvidarnos, por supuesto, de su impresionante claustro románico, que es el más antiguo de España, en donde en 1188 se reunió el primer parlamento europeo por iniciativa de Alfonso IX para promulgar nuevas leyes en la llamada “Carta Magna Leonesa” destinadas a proteger a los ciudadanos y a sus bienes contra los abusos y arbitrariedades del poder de los nobles, del clero y del propio rey.
¿Por qué no nos sentimos orgullosos de la historia común que une Oviedo con León y la reivindicamos como el camino de ida y vuelta hacia el Salvador?
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