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Defectos narcisistas

8 de Agosto del 2019 - José Antonio Coppen Fernández

Digamos que el patrón de conducta del narcisista se vertebra sobre la impresión de grandeza suprema de su persona y la necesidad de reconocimiento por parte de la gente de su entorno. Hay en él presunción, engreimiento, soberbia descomunal y fatua, jactancia y petulancia, casi nada. Y también se puede definir como una admiración excesiva y exagerada que siente una persona por sí misma por su aspecto físico o por sus dotes de cualidades.

Deberíamos, antes de comenzar, referirnos a esa planta exótica del narciso, con hojas largas, estrechas y puntiagudas, agrupadas en el extremo por un bohordo grueso blanco o amarillo oloroso; crece en la cercanía de los lagos y se inclina hacia él, como si se mirara en el espejo que le ofrece el agua. Este estar continuamente contemplándose es la idea que late bajo su concepto.

El primero que utilizó este término a finales del siglo XIX para referirse a aquellos sujetos que desarrollaban una tendencia sexual hacia sí mismos fue Havelock Ellis, británico, sexólogo, médico y activista social. Por su parte, Freud adaptó más tarde el concepto a sus criterios psicológicos para referirse a las personas con un amor desordenado y excesivo hacia sí mismos. Tiempo después, la corriente psicoanalista estableció los rasgos de esta personalidad haciendo hincapié en dos vertientes: el amor extraordinario hacia uno mismo y una autoestima grandiosa, fruto de una evaluación personal desmedida. Dentro de este marco, es frecuente la descalificación de las personas cercanas y de personajes de la vida pública. No reconocen sus propios defectos o fallos, y cuando alguien se los hace ver, aunque sea con suavidad y educación, pasan al ataque.

Conviene aseverar que hay matices respecto a la personalidad histriónica. Ya está dicho que el narcisista tiene una enorme autoestima, se cree extraordinario y desea ser admirado; responde de forma agresiva a los pequeños desaires, ofensas o críticas. Sin embargo, el histriónico es teatral, dramático, ofrece una puesta en escena de sus sentimientos y quiere ser el centro de atención. Ambos son ególatras e indulgentes con sus errores, y tienen una visión demasiado subjetiva de sus logros y cualidades.

Dicho todo lo cual, se nos ocurre preguntar, ¿no nos estaremos pasando en el consejo que se escucha machaconamente en los medios de comunicación social y a profesionales respecto a que debemos querernos mucho a nosotros mismos? Si tanto nos queremos acabaremos con características similares a las de los narcisistas. ¿O no? De todas formas, se ha discutido mucho respecto a cómo se fragua este ser, y los expertos señalan que puede suceder por haber tenido cerca algún narcisista durante la infancia y la adolescencia. Hoy se sabe la enorme importancia que tiene el aprendizaje por imitación; todo se contagia, tanto lo positivo como lo negativo.

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