En defensa de Garzón
Señor Garzón, creo sinceramente que usted se adelantó a su tiempo. Me explico: ¿Ha pensado usted en algún momento que en la España actual los españoles/as disfrutamos de una verdadera democracia? ¿Cree usted que lo del atado y bien atado del señor Franco era una broma de mal gusto? No, señor Garzón, quien manda en España no es la democracia, ni el señor Zapatero con su benévola risita, sino el franquismo puro y duro que, cuando lo cree necesario, nos lo recuerda con actuaciones como lo que le está sucediendo a usted por pretender aclarar crímenes del pasado.
¿Cree usted que pudiera ser casualidad que la vicepresidenta de Gobierno doña María Teresa de la Vega sea hija de franquista de primera línea? ¿Cómo un señor tan inteligente como lo es usted no reparó un poquito en los/as antecesores familiares del actual Gobierno de España?
¿Dónde está, si no, la izquierda española, Partido Socialista e Izquierda Unida y, por supuesto, los sindicatos que no han levantado ni un dedo cuando tendrían que haber salido a la calle en su defensa?
Lo que usted pretendió hacer, señor Garzón, ¿no es lo mismo que miles de personas piden un día sí y otro también abriendo fosas comunes y cunetas en busca de los cuerpos de gente fusilada por los franquistas en la posguerra? Quien esto suscribe ha nacido entre dos revoluciones y por eso no puedo hablar con conocimiento de causa de lo acontecido durante la República, pero sí puedo asegurar que la represión franquista fue terrible. A mí, la maldita guerra y lo que vino después (ya lo he dicho en otra ocasión en este mismo medio) me ha dejado sin familia.
Pero no es de mí de quien estamos hablando, sino de usted, señor juez: su pretensión de hacer justicia por tantos crímenes, violaciones y abusos que se cometieron en la posguerra por la turba de franquistas con carta blanca y pistola al cinto para cometer cuantas atrocidades les apeteciere, ha «tropezado» con el infranqueable muro del silencio al que nos tenía acostumbrados la dictadura franquista.
Su delito, señor Garzón, no ha sido otro que creer que la tan cacareada democracia española era real; craso error: en España lo único real que tenemos es una monarquía herencia donada gratuitamente por el señor Franco después de cuarenta años de gobernar España con mano de hierro.
De todos modos, señor Garzón, no tengo duda alguna de que su nombre ya está escrito en el libro de la Historia de España, mal que les pese a sus juzgadores.
Le hemos «fallado», señor juez. Los/las que pedíamos justicia hemos metido la cabeza debajo del ala. Discúlpenos usted... porque no sabemos lo que hacemos. (...)
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