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46 años del Golpazo militar en Chile

10 de Septiembre del 2019 - javier arjona (Siero)

Conviene recordar Chile y el golpe y traición de Pinochet, hace 46 años, y cuyo aniversario ha estado precedido de las declaraciones de Bolsonaro defendiendo el golpe de Estado, y de la manifestación del domingo hacia el cementerio general de Santiago, donde se volvieron a expresar mensajes como el “¿Dónde están?”, “Yo no olvido, exijo justicia” y “La impunidad de ayer es la causa de las injusticias de hoy”, así como otros relacionados con la búsqueda de verdad y justicia, y que fue duramente reprimida por los carabineros, los pacos como allí les dicen.

Conviene recordar Chile y a las víctimas del golpe militar, desde el presidente derrocado, Salvador Allende, al cantor popular Víctor Jara, o al poeta que supuestamente moría entre envenenado y atribulado, pocos días después, el premio nobel Pablo Neruda, cuyo protagonismo anterior, con Delia del Corral la hormiguita, en el barco “Winnipeg” con 2.200 republicanos españoles, se había comentado en esta sección de LNE.

Toca recordar a Alberto Bachelet, padre de la que fue presidenta Michelle Bachelet, que era general de la fuerza aérea y murió en la cárcel pinochetista y ahora ha sido burdamente atacado por Bolsonaro, otro criminal con su pueblo y con la Amazonía.

Corresponde recordar a las víctimas de una dictadura que no duró 40 años, pero sí 17, y que dejó tan bien atado su legado que todavía la Constitución vigente en Chile es la impuesta por el dictador Pinochet, y todavía una de las partes sustanciosas de los beneficios obtenidos de la minería estatal del cobre, por ejemplo, Chuquicamata, va directamente para el ejército, sin control democrático.

Conocido es que los milicos efectuaron una política sistemática, prolongada y masificada de persecución, encarcelamiento, secuestro, tortura, asesinato, desaparición forzada y, en última instancia, el exterminio de opositores políticos a la dictadura. Y que el exilio fue masivo.

También que hubo resistencias heroicas, y que la defensa de los derechos de las personas cubrió gloriosas páginas de la historia de Chile.

Que en la ignominia de la dictadura están también hechos increíblemente perversos como la llamada Colonia Dignidad, de control alemán, donde desaparecían activistas y sometían a toda clase de torturas, además de a trabajos forzados y violaciones de niños, y por lo cual Alemania pidió perdón hace tres años, y ahora van a indemnizar a 50 sobrevivientes de aquella aberración. Hay una película, “Colonia”, protagonizada por la británica Emma Watson.

La desclasificación de documentos estadounidenses sobre el golpe de Estado en Chile confirmó la responsabilidad de Washington en el derrocamiento de Salvador Allende.

Los documentos de la CIA, el Pentágono, el departamento de Estado y el FBI señalaron que, desde la elección de Allende en 1970, se autorizó al director de la CIA a socavar al Gobierno chileno, la agencia realizó operaciones encubiertas en Chile desde 1963 a 1975, primero para impedir que Allende fuera electo –sobornando a políticos y legisladores–, luego para desestabilizar su Gobierno y, tras el sangriento golpe, para apoyar la dictadura de Pinochet.

Los documentos también revelaron que la CIA pagó a un grupo de militares chilenos implicados en el asesinato, en octubre de 1970, del general René Schneider, comandante en jefe del Ejército y leal a Allende.

El Estadio Nacional se convirtió en el mayor campo de detención, cerca de 30.000 partidarios de la UP fueron hechos prisioneros, torturados y muchos asesinados, entre ellos el cantautor Víctor Jara.

El Gobierno chileno ha reconocido, a lo largo de cuatro comisiones públicas, más de 40.000 víctimas entre torturados, presos políticos, desaparecidos y ejecutados. Las cifras son muy superiores, según AI, pues hay que añadir a las que arrasaron sus casas y a quienes destruyeron sus pertenencias, a todos los estudiantes que perdieron sus carreras universitarias, a los exiliados o detenidos sin ser registrados o a las mujeres y niñas que fueron violadas.

Pinochet estableció una red de 1.200 centros clandestinos de detención, de tortura y exterminio. Villa Grimaldi, por ejemplo, está entre las ahora famosas: era un restaurante expropiado a su dueño. En ese lugar pequeño 4.500 personas estuvieron recluidas, 18 fueron asesinadas y 226 continúan desaparecidas.

El Patio 29 del Cementerio General fue declarado Monumento Histórico en 2006: allí la dictadura enterró como NN a 2.843 cuerpos.

Recordarlo conviene, la documentación ya es exhaustiva, pero en Chile, como en Brasil, en Argentina, como en España, impera un negacionismo que pretende ocultar esa barbarie.

La valentía y la persistencia de familiares de las víctimas han logrado que se hiciera el Memorial a los Detenidos Desaparecidos, o se dignificara la tumba de Salvador Allende, y que se hiciera el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en el centro de Santiago.

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