Política y ciclismo en horas bajas
Viendo estos días las etapas de la Vuelta a España, en manera especial, con las finalizadas en el santuario del Acebo y la del alto de La Cubilla, nos damos cuenta de que el ciclismo espectáculo han acabado con él los pinganillos y toda esa información instantánea que dejan sin margen de iniciativa propia a los artista del pedal. Ahora son los directores los que gestionan cada movimiento de sus pupilos. Ves a ciclistas escapados muy enfadados cuando se ven con fuerzas para seguir, pero una orden desde la poltrona del coche director, desde allí espatarrados con la tele delante, les manda parar para auxiliar o para planear estrategias que solo resultan un bodrio esperpéntico de cara al espectador.
Antes la estrategia se hacía desde el hotel el día antes, luego en carrera todo se venía siempre al traste porque los demás equipos y ciclistas también tenían algo que decir. Ahora no, se va televisando cada pedalada, y con esa información instantánea, el director descansado casi en pantuflas dispone cada paso que den cada uno de los ciclistas del pelotón. ¡Han acabado con el ciclismo! Da igual el puerto que les pongas, jamás en tiempos de antaño llegaban a falta de 5 km los pelotones tan enormes y a tan cortas diferencias de tiempo entre todos los que no mandan parar los directores a descansar al pelotón de los torpes, que no es así, son directrices para tenerlos descansados para etapas posteriores. Antes no, ¿imaginan a Eddy Merckx, Bernard Hinault, Fausto Coppi, Gimondi, Ocaña, Tarangu, Bahamontes... y todos esos grandes escaladores o rodadores siendo frenados o teledirigidos como peleles por estos apoltronados directores? Si fuera ahora, serían buenos igual, pero con menos protagonismo y atacando solo en los tres últimos kilómetros. Así es que estamos asistiendo esta temporada el ver tres o cuatro jóvenes entre 18 y 22 años que en su primera o segunda temporada llevan ganadas etapas de prestigio, los directores no los frenaron todavía.
No pasa solo con el ciclismo por desgracia, la F1 y el fútbol también están maniatados por formalidades técnicas y direccionales. Ya no importa el espectador, el espectáculo son los intereses económicos muy alejados de lo deseable por esos aficionados que ya nadie les tiene en cuenta. Lo que estos aportan es mínimo en un descomunal presupuesto donde prima la publicidad, el marketing, la televisión, los juegos online, quinielas... y cuando no se van adueñando de los mejores equipos y escuderías los magnates del dinero venidos de países de dudosa procedencia sus fortunas.
Ahora viene lo bueno, la política: tenemos un sistema parlamentario donde se congregan 350 diputados que cuando tienen que votar (le llaman lealtad de grupo), que se cuide quien salte esa disciplina de voto. Eso no es democracia. Todas las votaciones deberían ser secretas para evitar sanciones, censuras y represalias, solo entonces tendríamos una democracia a la altura de otras en ese tema. En Estados Unidos y Reino Unido tienen que ganarse el voto de los propios también. En esos países tienen otras carencias, pero esta no, no hay disciplina de voto y cada parlamentario responde directamente ante sus electores.
En España no haría falta votar, solo contar los escaños de cada partido y la decisión de arriba que la exprese el portavoz de cada cual, que vote por todos los botarates, así no perdemos tiempo.
Da igual que digan que existe en sus estatutos libertad para ello, es mentira, la cúpula, el aparato de los partidos, decide por todos los demás, quien no lo acepte no saldrá en la foto para la próxima vez. Así es que, un capricho, un enfurruño del mal criado líder de turno, será suficiente para propagarlo al resto, estancando acuerdos y resoluciones.
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