Gabino, la «cacu» y el perdón
Desde que llegó nuestro nuevo obispo, la Semana Santa y la primavera, tenemos a Gabino, nuestro viejo alcalde por edad y por decisión mayoritaria de votantes, un poco desatado con lo de la capitalidad cultural, «cacu» por abreviar, y pidiendo perdones varios.
Cuando ganó sus primeras elecciones Gabino sembró de fotos casi todo Oviedo, aunque nunca lo hayamos visto con una cámara en la mano, tiene gusto por salir en las fotos, pero no presidiendo el Pleno municipal, máximo órgano de representación de los vecinos del concejo. Luego nos mostró su amor por los animales, regaló perros a quien quiso, pero hoy los ocupantes transitorios de la perrera municipal de Simón, en La Bolgachina, y ella misma dan pena; con los pájaros también se mostró afectivo, ya que su equipo autorizó una construcción singular e irregular por Siones; con los toros empezó muy fuerte, llenaba la plaza con muchas entradas regaladas, pero ahora las corridas las tiene bien escondidas entre el follaje de los alrededores de la misma plaza para que, al final, los aficionados de Oviedo vayan a ver las corridas a Gijón; ahora bien, los caballos son su pasión, tanto que no recuerdo la cantidad de miles de euros, igual ochenta mil al año o más, que tendremos que pagar todos para que una empresa saque el estiércol de los équidos del Asturcón, siendo las caballerías propiedad de no sé quien; con la asturiana de la montaña y de los valles, como con la frisona, no ha ido tan bien la cosa, nuestro Gabino, el alcalde de la boina, hace años que sacó el cuchu de la Feria de la Ascensión fuera de Oviedo y con él a los verdaderos paisanos de la boina, así ha evitado que las calles capitalinas se llenen de boñigues y sonidos de esquilas y cencerros, que tampoco ayudarían hoy a la causa.
Pero claro, la «cacu» tiene como eje la música, el observatorio de Siones no cuenta por mucho que canten los pájaros o gorjeen las palomas en torno a los palacios del Tribunal Superior de Justicia de Asturias; los bramidos de los toros de lidia o de las vacas en la Ascensión, tampoco, el sonido de los sufridores aficionados del Real Oviedo en un moderno campo de fútbol para un equipo que viéndolo jugar en Tenerife hacía añorar el pundonor y la garra de Tensi, Carrete o Berto, tampoco cuenta. El ruido de la obra de la popular ñocla de Calatrava sin acabar tampoco debe ayudar, y además, para Gabino, el previsor alcalde en cuanto a ubicación, uso, conclusión y financiación, tendrán la culpa del retraso en su finalización, igual que sus proyectos para el Vasco, los demás o los otros, no él mismo. El relincho de los caballos del Asturcón tampoco entra en la «cacu» porque los concursos regulares de carácter internacional se celebran en Gijón desde antes de Gabino. Un moderno edificio de seguridad ciudadana con una cancha de tiro y el sonido del administrativamente extraño bar que allí se instaló tampoco serviría para la «cacu», al igual que los sonidos que salían en determinadas fechas por la red de radiocomunicaciones de la Policía Local, utilizada bien sabe Dios por quien, finalizados en denuncia por acoso de uno de sus componentes. ¡Mujer tenía que ser la denunciante! Mucho me temo que el papel de periódico al pasar sus hojas o de las radios y las televisiones sobre el expediente de responsabilidad por el sobrecoste de «Villa Magdalena» tampoco vayan a ayudar a Oviedo a convertirse en «cacu».
Para que Oviedo consiguiese y mostrase su capital cultural en 2016 flanqueada e interconectada en apoyo mutuo con Gijón y Avilés había votado el año pasado, ahora la seguiré apoyando, la música barroca de la Catedral, que es excelente, pero también hay otras cosas. Y pido perdón si he ofendido a alguien, como también ha hecho el alcalde Gabino.
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