Vale casi todo
A Cristina Cifuentes la pillaron con dos tarros de crema, los pagó y dimitió. Al candidato en funciones y al presidente del Senado los pillan copiando y ahí siguen tan ternes. ¿Es más grave beneficiarse dos tarros de afeites que procurarse un doctorado con fraude o adulterar con plagios un manual de enseñanza? Sánchez ni siquiera copió la tesis: la copiaron para él, y de manera zafia, como si hubieran querido dejarlo en ridículo. El libro de texto de Manuel Cruz está trufado de párrafos ajenos copiados literalmente.
En ambos casos se trata de hechos comprobados, de "sense data", que dirían Russell, Ayer, Moore y compañía (uno cita). No caben evasivas ni tergiversaciones. Libro y tesis constituyen dos barrabasadas sin paliativos. No se entiende la indiferencia benévola con que la opinión acoge estos escándalos. ¿Tan embotada está la sensibilidad colectiva que no salta el diferencial? Una reacción más propia de una población analfabeta que ignorara los códigos académicos más elementales, cuando en realidad la inmensa mayaría han pasado por las aulas y saben por experiencia propia o ajena que al alumno que pillan copiando se le suspende "ipso facto".
Cuando al corregir exámenes detectaba algún párrafo copiado anotaba al margen: "Es preceptivo poner las citas entre comillas y dar la referencia". Ni una palabra más (el cero se sobrentendía). Dónde habrán estudiado y con qué profesores los periodistas que tergiversan para disimular lo indisimulable. Dónde queda la coherencia de tantos profesores severos con el alumno de Enseñanza Secundaria Obligatoria sorprendido con una inocente "chuleta", e indulgentes con los plagios de los capitostes.
"En Alemania, personas que han desempeñado responsabilidades ministeriales y se les ha descubierto que han plagiado una tesis, lo que han hecho ha sido dimitir". No le faltaba razón a Sánchez cuando peroraba así en junio del 18: tres ministros alemanes dimitidos por plagio. Pero también dimiten en España los que tienen vergüenza; como es el caso de la ministra de Sanidad del Gobierno de Sánchez que, habiendo perdido el respeto al plagiar, lo recuperó dimitiendo.
Pensaría Sánchez, como el otro, que de lo suyo "no había pruebas ni las habría". Pero las hubo y son públicas. Y desde entonces está emplazado por sus propias palabras: "Las personas que desempeñan responsabilidades ministeriales y se les descubre que han plagiado una tesis, dimiten". Si tienen vergüenza. "No todo vale", se defiende Manuel Cruz mientras demuestra al mismo tiempo que a él le vale casi todo. No es cosa de ponerse unamunianos. No me duele España, pero avergüenza un poco tanta desvergüenza.
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