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Garzón al borde del agujero negro del franquismo

21 de Abril del 2010 - Florentino Fernández Ruiz (Mieres)

Las continuas noticias aparecidas en los periódicos sobre el caso del juez Garzón nos devuelve el pensamiento hacia la represión de de la posguerra de la guerra civil. Una represión que se puede establecer en términos cuantitativos y comparativos. Las ejecuciones después de la guerra fueron en torno a 50.000 incluyendo las ejecuciones realizadas con proceso, los asesinatos ilegales y las llamadas sacas. Comparadas con las ejecuciones de Francia en la posguerra de la segunda guerra mundial por colaboracionistas estuvieron en torno a 800. Las depuraciones en la administración francesa llegaron al 10 % . En España la depuración de la administración fue de un 30% de diplomáticos y un 35% de catedráticos de universidad, alcaldes maestros etc. Pero además lo característico de la represión franquista fue la superposición de varias represiones. Un ciudadano podía ser depurado como funcionario y recibir otra pena por un tribunal de responsabilidades, pudiendo sufrir represión económica, laboral y administrativa. Es imposible encontrar en la Europa occidental un género de represión semejante ni siquiera en países fascistas como Italia o la Alemania nazi. De esta manera se creó la fisonomía de la represión franquista y nos da la perspectiva para tomar conciencia de la magnitud de la barbarie de la posguerra.

En octubre de 2008 en un escrito titulado "Sí existe la memoria histórica" pronostiqué que Garzón tendría problemas al haber rozado el agujero negro más profundo de nuestra historia que liquidó a ciudadanos honestos y también instituciones que habían luchado hasta la muerte por unos valores desde hacia siglos y por los que muchos seguimos luchando.

Es difícil no sentir un escalofrío al repasar la historia de los procesos del franquismo, a veces por la injusticia de una acusación gratuita e infundada, otras por la desproporción con que se aplicaban las condenas y por la absoluta indefensión y la carencia de las mínimas garantías de aquellas ejecuciones sobre la vida y la libertad de las personas.

El derecho ha avanzado mucho y disfrutamos de garantías no comparables a cualquier otro momento de la Historia de este país. Pero a veces parece que algún virus incontrolado ataca a hombres vestidos de toga contaminando algunos procesos.

Los inquisidores han desaparecido como norma general. Pero los riesgos contra la libertad no han sido erradicados. Todavia hoy se pueden ver casos de abusos de poder, corrupciones y desviaciones incompatibles con el estado de derecho.

Quizá sea en el derecho penal cuando esta en juego el valor de la libertad cuando los ciudadanos nos sentimos mas inseguros. Es más fácil pleitear con el estado por una multa o licencia e incluso por cuestiones de corrupción donde desaparecen millones de euros, por una transacción mercantil o un ERE.

Los jueces del CGPJ no deben tolerar que vuelva a aparecer un agujero negro en el Estado de Derecho que al final nos infecte con el virus del franquismo de tan graves consecuencias y que parece hay intereses en resucitar. Cualquiera de las irregularidades o impericias (si las hay) que se puedan imputar al juez Garzón no se pueden comparar con la magnitud del bien que este juez trata de proporcionar a la sociedad española nada mas ni nada menos que normalizar nuestra historia.

Toda la historia de la guerra civil se ha tratado más a nivel periodístico que de justicia. Se ha pasado de puntillas sobre demasiados miles de muertos, se han contado mentiras piadosas pero las secuelas están demasiado próximas. Es evidente que no podemos trasladar el pasado hacia el presente y revivirlo eso significaría la destrucción de nuestra sociedad y nos sumiría en una monumental depresión. Pero el pasado debemos afrontarlo y recordarlo de frente, sin animo de revancha, pero sin huir de el. Tanto izquierda como derecha, tienen que afrontar la realidad de lo que significó el franquismo, teniendo la conciencia de que reconociendo nuestro pasado al final se habrá hecho justicia y tendremos la convicción de que nunca mas nadie humillará ni perseguirá a nadie.

El agujero negro que supuso el franquismo en nuestra historia no debe producir más víctimas, ni ciudadanos ni instituciones ni jueces, etc. Sólo debemos aspirar a que la justicia ayude a este país a situar el pasado en su sitio, fuera de nuestro presente para poder tomar distancia y que pueda producirse el olvido.

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