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Obituario: La chica de la mirada clara y límpida

23 de Abril del 2010 - Carlos Cuesta (Oviedo)

La vida cotidiana se transforma rauda en un momento y nos da una vuelta impensable por acontecimientos inesperados, trágicos, convulsos, incomprensibles para la mente humana. Y en esa circunstancia se sumergió una joven atractiva, brillante, abierta, sencilla y cargada de sensaciones nuevas. Los malos hados y una compañía funesta la convirtieron en una víctima más de esa nómina fría de mujeres que sufren el maltrato y la muerte de manos de sujetos envueltos en agresividad descontrolada, celos y violencia psicológica.

La noticia de tu muerte trágica me causó hondo dolor, tristeza, impotencia, apenas palabras para descifrar tamaña afrenta. A ti, que eras una mujer conocedora perfecta de la realidad, de tu realidad, estudiosa a fondo de la psicología personal y de todo lo relacionado con el ser humano; mi mente no alcanza, por mucho que lo intento, a comprender esa terrible y fanática circunstancia.

Subtítulo: En memoria de Enmi Real Armayor, víctima de malos tratos en Asturias

Todavía recuerdo nuestros encuentros callejeros, entre amigos, en la ruta de los vinos de Oviedo, tan feliz, tan animada, con la sonrisa a flor de piel y la mirada clara como tus ojos límpidos. Siempre tan positiva y con las palabras ajustadas y directas que marcaban tu manera de ser. ¡No puede ser! Ayer, disfrutando de esos momentos de ocio entre la algarabía popular, rodeada de saludos, abrazos y expresiones de amistad, y hoy convertida en una mártir por el impulso asesino de un descerebrado. No hay palabras para analizar ese hecho trágico y absurdo que nos ha dejado a todos los que te conocimos y tratamos en seres vacíos, incrédulos y débiles. Siempre creemos que todos esos episodios violentos ocurren lejos de nosotros, pero, a veces, la realidad es harto tozuda y nos hace enfrentarnos con historias próximas y preñadas de sinrazón. ¡Para muchos, qué triste es la vida sin tu presencia, sin tu ánimo, sin tu convencimiento animoso, sin tu vitalidad!

Los campos verdes y animados de tu solar natal, Soto de Agues, en el perímetro del parque natural de Redes, ya no serán lo mismo. Tu ausencia está dejando sin vida, sin ánimo y sin aliento a muchos pobladores que te querían, que observaron tu trayectoria vital, que no alcanzan a comprender ese maléfico acto. Ese valle encantador y mágico, escoltado por las montañas de Llaímo y recorridas por el torrentero río Alba, su paisaje y animalia lloran tu marcha repentina e injusta, tu triste adiós, tu alejamiento hacia ese destino bíblico distinto a todos donde, a buen seguro, estarás alegre y feliz. En el pequeño y resguardado camposanto de San Andrés reposa tu conformado cuerpo de niña buena, campechana y condescendiente. Fueron, quizá, los momentos más indescriptibles que jamás haya vivido. Por la tristeza que nos embargaba a todos los presentes, por el terrible y efímero instante cuando tu padre, César, y tu hermano, Ricardo, compungidos y sin lágrimas que derramar, se postraron ante el féretro para agarrar ese último suspiro de despedida. Una imagen doliente que nunca olvidaré Pobres padres, especialmente Enma, una madre entregada como pocas.

El viento suave de la mañana y el sol radiante dominical ponían el toque atmosférico a unos momentos sujetos a una carga de impotencia, desesperación, rabia contenida y murmullos. Soto de Agues se quedaba sin su niña, sin esa chica moderna y cantarina de los ojos verdes y vivarachos, sin su referencia juvenil…

«Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía, hora a su afán ansioso lisonjera».

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