Las diez menos diez
Después de más de treinta años se le han debido gastar las pilas a mi reloj y se ha quedado parado en las diez menos diez.
Pensaba ir al relojero para cambiar las pilas, pero creo que no lo voy a hacer porque realmente no veo la necesidad de llevar en la muñeca un objeto que te esté avisando continuamente del paso del tiempo, algo que no me hace especial ilusión.
He decidido, por tanto, que a partir de ahora voy a vivir permanentemente en las diez menos diez. Cuando me convenga serán las diez menos diez de la mañana, y cuando me interese serán las diez menos diez de la noche, porque siempre que mire el reloj serán las diez menos diez, y cuando no lo mire, también.
En realidad, la diez menos diez de la mañana son las nueve cincuenta y las diez menos diez de la noche las veintiuna cincuenta, pero como en mi reloj siempre son las diez menos diez, para mí también lo serán.
Desde que tomé esta decisión ya ha habido varias personas que me han preguntado por la hora, y cuando les digo que son las diez menos diez se creen que les estoy gastando una broma, pero cuando insisto que son las diez menos diez, les enseño mi reloj con la hora y ven que, efectivamente, son las diez menos diez, deben de pensar que se me ha ido la olla y yo me río pensando en la pérdida de tiempo que supone para la gente estar todo el día pendiente de la hora.
Estoy encantado con mi idea porque, a partir de ahora, para mí serán siempre las diez menos diez, no me tendré que preocupar de mirar la hora y viviré despreocupado del paso del tiempo.
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