Las Teresianas, entre la espada y la pared
Aunque era vox populi que las Teresianas llevan mucho tiempo ausentes de Covadonga sin prisa por regresar, no ha sido hasta hace unos días cuando dos artículos salieron a la luz denunciando esta situación. El primero de ellos, en el blog de la parroquia de Lugones, y el segundo, con más repercusión en la página de la cigüeña de la torre en “infovaticana”. Los comentarios no se hicieron esperar, los teléfonos no dejaban de sonar, no había señorita teresiana que no era preguntada por esta situación y así se vieron obligadas a dar respuesta.
Salieron al paso aquí en LA NUEVA ESPAÑA afirmando que su ausencia de Covadonga era temporal por unas obras que se estaban demorando, pero evidentemente la respuesta no fue aceptada por mucha gente que les preguntó: “¿Casi tres años de ausencia por una obra?”. Entonces en el boca a boca las Teresianas empezaron a decir que era culpa de los cambios políticos en el Ayuntamiento de Cangas de Onís, que era allí donde no les daban el paso de la obra, que era esa la traba para regresar cuanto antes... Oigan, señoras teresianas, que el alcalde de Cangas de Onís lleva desde 2015 sin cambiar y además puede que pase a la historia como el alcalde del municipio más próximo a la Iglesia y al Santuario de Covadonga. ¿Cómo se atreven a culpar indirectamente de su ausencia del santuario? ¿Será por falta de lugares donde residir en Covadonga dos teresianas de forma provisional lo que tardará la obra? ¿De verdad pueden justificar con sinceridad por qué la Institución Teresiana va para tres años que no está en Covadonga? No cuenten milongas, pues no estuvieron presentes en las últimas novenas, no estuvieron presentes en ningún acto del centenario de la coronación e incluso ustedes mismas comentaron a muchas personas la idea de convertir la casina en un museo sobre el fundador y la institución o una casa de convivencias ocasional; es decir, que ustedes no tenían ninguna intención de regresar a Covadonga.
Quizás el boom mediático de esos dos artículos las ha puesto (como muchos opinamos) entre la espada y la pared, más aún así no se las ve preocupadas ni con prisa de volver a estar presentes a los pies de la Santina.
No mientan, señoras teresianas, pues si ustedes no hubieran tenido en mente poner fin a la presencia estable –es decir, 365 días del año– de la Institución Teresiana en Covadonga no hubieran firmado la entrega del oficio de Camareras de la Virgen a las religiosas que atienden la escolanía.
También mucho se ha hablado de que en toda esta maniobra ha tenido mucho que ver su relación con unos y otros arzobispos, pues en tiempos del arzobispo Osoro, al que le encantaba hospedarse en la casina la Institución Teresiana, tenía mando en plaza en el Real Sitio sobre la escolanía, el instituto de mariología y demás ocurrencias, pero, claro, ser amigas de Osoro está reñido con ser amigas del actual arzobispo de Oviedo, y como agradecido pago ustedes cierran la casina. ¿Lo hubieran hecho con don Carlos Osoro? ¿Son órdenes de Madrid? ¿No aceptan al nuevo abad por ser nombrado por monseñor Sanz?
Ya no digamos la afrenta que ustedes consideran que don Adolfo les hizo por poner a la Virgen del Rosario en la capilla que don Carlos Osoro había dispuesto sólo para San Pedro Poveda, como si esto fuera un toma y daca de venganzas. Señoras teresianas, dejen de decir tonterías, de decir mentiras y vuelvan a Covadonga como estaban y no de excursión una vez al año o cuando va la televisión.
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