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Mientras dure la guerra

7 de Octubre del 2019 - Marcelo Noboa Fiallo (Gijón)

Quien haya decidido acudir a la cita cinematográfica a la que, Alejandro Amenábar, nos convocaba con su última película, "Mientras dure la Guerra", con el ánimo de ver (¡por fin!) una película que profundice en lo que fue la mal llamada "Guerra civil española", supongo que habrá salido de la misma con cierto sabor agridulce y a la espera de que alguien, más adelante, consiga la película que más falta hace en este país. La película del horror, del espanto de los 40 años de depuración fascista. (*)

Amenábar ha pretendido (y creo que lo consigue) dibujarnos el retrato de uno de los intelectuales españoles de la generación del 98 más controvertidos del siglo XX por sus vaivenes "ideológicos", en un momento en el que el posicionamiento político podía suponer el fusilamiento al amanecer. Bien es cierto que su aportación económica al golpe de Estado ningún demócrata se lo perdonó a pesar de que él lo justificara con su: "Yo no he traicionado a la República, es la República la que me ha traicionado". Frase que desprende demasiado narcisismo y egocentrismo, pero que ya se anticipaba en su memorable ensayo filosófico, "Del sentimiento trágico de la vida" (1912).

A Unamuno le perdía la soberbia. Creo que en términos históricos está más que documentado, y Amenábar consigue en su película transmitir al espectador este aspecto del carácter del autor de "Niebla" (con una interpretación de Karra Elejal sobresaliente). Ello explica, en parte, los "bandazos" de Unamuno a lo largo de su vida y que Amenábar magistralmente inmortaliza en uno de los pasajes más memorables del filme; el diálogo que mantiene con su ex alumno y amigo en la carretera que lleva de Salamanca a Zamora, sobre un fondo de verano seco y árido de la España que se destroza a sí misma: "Usted, don Miguel, ha sido marxista, socialista, vasquista, españolista, cristiano heterodoxo... y ahora es incapaz de ver al fascismo que viene". Así era Unamuno, incapaz de reaccionar ni cuando se le comunica que Federico García Lorca había sido fusilado.

En la película Amenábar hace transcurrir en paralelo los últimos meses de la vida del Rector más ilustre que ha tenido la Universidad de Salamanca, con los movimientos, intrigas y ambiciones personales, entre Franco y el resto de generales sublevados que no se fiaban de él, en especial, el general Cabanillas, desde Burgos.

La obsesión, del que luego fuera, "Caudillo de España por la Gracia de Dios", era no cometer ni un solo error. Ello lo llevó a guardar silencio cuando el alto mando sublevado debatía estrategias y prioridades. Sus silencios, escondían: "Que se equivoquen ellos". Por eso, el representante de Hitler, que exigía un solo liderazgo (y le insinuaba que fuera él), exclamara: ¡Este hombre parece tonto, no nos entiende!

"Mientras dure la guerra" bien podía tener otro título, sin embargo su director ha optado por tomar la controvertida frase del documento que, los generales sublevados al orden constitucional, aprobaron en Burgos, mediante el cual nombraban a Franco, "Generalísimo de los ejércitos... mientras dure la guerra", frase que los partidarios de Franco (especialmente Millán Astray) hacen desaparecer del documento final, obligando, al más reticente, Cabanillas, a que estampe su firma. El argumento asumido por todos en el cónclave sedicioso y lanzado por Mola fue: "Primero hay que ganar la guerra... luego ya se verá".

Lo que (en apariencia) empezó siendo una sublevación para "salvar la República" de los supuestos "desmadres" del gobierno de Azaña terminó con la instauración de un régimen fascista que Franco fue madurando con sus silencios y pergeñando el régimen de terror que se instauraría "los años que hagan falta" para depurar a España de marxistas, rojos, masones, maricones y... malos españoles en general. Nacía la España, "Una, Grande y Libre", la defensora de la Civilización Cristiana de Occidente. La España que Miguel de Unamuno, por suerte para él, no llegó a ver, pero que sus 5.000 pesetas de aportación a los sublevados deberían pesarle en su consciencia más que la losa de su sepultura.

Marcelo Noboa Fiallo

Xixón, 01 de octubre de 2019

(*) Recomiendo, a quien esté interesado en profundizar en el tema el último libro del historiador, Ángel Viñas: "¿Quién quiso la Guerra Civil? (2019).

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