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La hostelería asturiana en su idiosincrasia

8 de Octubre del 2019 - Carlos Cuesta

La patronal hostelera asturiana Otea, en esas siglas de avance y modernidad, está viviendo momentos de redescubrimiento en su caminar por el complejo universo de los servicios. Hay muchas novedades en un sector en movimiento y con deseos de ser el emblema de la economía regional con tanto varapalo en los sectores maduros de la industria y el campo. El profesional de la hostelería trabaja a fondo y conoce muy bien su quehacer cotidiano, y esa aseveración se observa con frecuencia en esos momentos de ocio y relación. Las sidrerías animadas y con notables escanciadores, los bares siguen su marcha con sus vinos al atardecer, los restaurantes enganchados a la buena mesa y al servicio esmerado, y esos hoteles beneficiados por el comercial de turno, el turista accidental o el viajero exigente que gusta de las bellezas asturianas, de su culinaria imposible y de sus gentes. Y esa hostelería esforzada vive en su idiosincrasia dichosa no exenta de problemas y preocupaciones por el momento presente, con noticias descorazonadoras por la crisis mundial y por los vendavales que están acechando a un Principado solidario y resignado que busca con desmayo que las empresas con fortaleza económica no se vayan de esta tierra y el empleo esté presente en la mayor parte de la geografía asturiana.

Los directivos de Otea están llevando con brío y sentido común, por el camino correcto, a un colectivo con ganas de trabajar y marcar las pautas de la calidad en sus propuestas. Actualmente, estos profesionales son los que mueven a una región aparcada en su problemática casi permanente, y con su abnegación y esas ganas de hacer felices a los demás concitan la voluntad del respetable, salvo honrosas excepciones.

Asturias tiene en el sector servicios su gran capital, y si el resto de sectores estuvieran a la altura económica adecuada, la situación regional sería de envidiar. Pero, por desgracia, no es así, y, mientras la renta familiar se mantenga gracias a las prejubilaciones y a unas pensiones notorias, el consumo sigue su curso y la hostelería alcanza el fin de mes con óptimos resultados. Aquí en este sector solo es necesario contar con formación idónea de los nuevos profesionales, como cocineros, camareros y escanciadores, para alcanzar un servicio de altura alabado por los muchos turistas que visitan esta tierra verde y comprensiva. Más conocimiento de vinos, sidras y acercarse un poco a la industria agroalimentaria ante preguntas del viajero curioso. Lo observo con frecuencia, y es verdad que algunos trabajadores se muestran perdidos en un limbo que les resulta ajeno. Y en este aspecto no estaría de más unas nociones prácticas para satisfacer al comensal exigente. A eso llamo yo calidad hostelera, que, unida al buen yantar de los diferentes locales repartidos por todo el mapa asturiano, hace que la cosa se ponga a buen nivel. ¡Ah! Y no me gustaría vivir la experiencia ocurrida en Tapia de Casariego mientras realizaba el Camino de la costa con dos amigos. Al acercarnos de mañana a Tapia, el deseo de los andarines era disfrutar de una simple tortilla, ya de patatas o envuelta en huevo. No hubo manera. Las cocinas estaban a punto más allá del mediodía. Una apetencia imposible de lograr y en algunos locales con poca gracia hacia el cliente en una desgana matinal incomprensible. Mucho desinterés ante unos peregrinos ansiosos de llevarse una vianda a la boca. Y es que Tapia de Casariego no es población con sentimiento turístico por muchos veraneantes que disfruten de su bello litoral en esa canícula de sol y lluvia. Los profesionales del sector deberían tomar nota y mostrarse más abiertos y aceptar peticiones, aunque sean a primeras horas de la mañana. Al margen de estos borrones, la hostelería regional está con ganas y deseos de conformar turismo con sus acciones profesionales. Está en su idiosincrasia, y este pasado verano surtió efecto ante los muchos visitantes que poblaron los hoteles, los restaurantes, las sidrerías y los bares... La tristeza está en esa crisis que cabalga de nuevo y hace tambalear las estructuras de una economía débil, y, por ende, el sector con múltiples iniciativas lo nota. Y su poder se observó al demandar a los políticos actuales el llevar a efecto una Viceconsejería de Turismo para rearmar a un sector que mueve muchos trabajadores y opera con fuerza en los recursos financieros regionales. Bien por los profesionales de la hostelería, bien por Otea y bien por esos fieles clientes que siempre tienen el cobijo benefactor para su disfrute de un restaurante, una sidrería o un bar próximo con el sano objetivo de absorber sensaciones con un toque de idiosincrasia hostelera. Porque, a pesar de la crisis manifiesta, el sector con esas estrellas Michelin vive momentos de realismo satisfactorio. Y en ese ámbito del ocio y del divertimento siempre aparece un poco de Asturias que es mucho.

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