¡Cuatro horribles años! ¡Cuatro!
Por fin Gijón se ha sacudido cuatro años de mala gestión municipal; de sectarismo, porque sectarismo es gobernar sólo para los de su clase social, y de ineptitud para ejercer de alcaldesa. La señora Moriyón, última alcaldesa de la villa de Noega, se hizo acreedora a estas verdades por lo que más abajo escribo.
La señora Moriyón tuvo un cooperador necesario: el señor Suárez del Fueyo, que como líder de Podemos le entregó en el año 2015 la alcaldía de Gijón a un partido, el FAC que, dados los orígenes de su fundador, roza la extrema derecha, y por tanto es de los que Podemos llamaba “la casta”; no parece que ese señor haya sido leal a su partido, y así le ha ido a Podemos en las últimas elecciones a la alcaldía.
El señor Suárez del Fueyo, en el discurso de votación para decidir quién ocuparía la alcaldía, atacó duramente al otro partido capaz de gobernar, el PSOE, acusándole de haberle hecho mucho daño –supongo que a él–, y de haber querido comprarle “ofreciéndole poltronas”– parece ser que él le llama comprar a pactar–, y se extendió luego en sus ideas de futuro para Gijón, entre las que estaba la de prohibir la entrada en funcionamiento de la regasificadorasita en El Musel, prohibición que llevaría aparejada que los grupos 1 y 2 de EdP, que ahora queman carbón, no pudieran ser convertidos en ciclos combinados, tecnología que genera mucho menos CO2, y lo que es aún más beneficioso para la salud de los gijoneses, menos gases NOx.
La exalcaldesa ya empezó mal, declaró dedicación plena al Ayuntamiento, por lo que cobraba bastante más dinero, y al descubrirse que por las tardes no acudía a su despacho pretendió cubrirse con la capa de la filantropía, alegando que esas tardes atendía en su consulta particular a enfermos gratuitamente. Tal excusa demuestra que los partidos de la derecha desconocen que el dinero público es sacrosanto porque es de los ciudadanos; esos dineros no son bienes mostrencos, los hemos pagado los contribuyentes, con el IBI por ejemplo.
Luego ya fue todo un caos:
Se produce un argayo, que deja colgando al aire la tubería de la traída de aguas a Gijón desde los manantiales propiedad del Ayuntamiento; Moriyón no hace nada, a pesar de que la EMA tiene ingenieros capaces de diseñar estructuras metálicas, o de hormigón armado, que pudieran soportar el tubo, los empujes del agua, y los posibles golpes de ariete; con lo que la traída funcionaría igual que si la tubería siguiera enterrada. ¿Cuál fue la solución Moriyón?, ordenar a la EMA que comprara el agua a Cadasa, con lo que la Empresa Municipal de Agua está desembolsando diariamente miles de euros por un agua que antes le costaba sólo los gastos de mantenimiento de la traída, y como Empresa Municipal de Aguas sigue cobrándonos a los gijoneses el mismo precio del metro cúbico, se está descapitalizando. Quizá tanta inacción de la señora Moriyón haya sido consecuencia de que para los partidos de la derecha las empresas públicas son perniciosas para sus intereses, como lo demostraron cuando quisieron enajenar el Canal de Isabel II.
Se rompe el colector del Este y las aguas fecales desembocan prácticamente a 500 m. de la arena de la playa de San Lorenzo; ni se repara, ni se saca a concurso su reparación. No se hacen, o no se publican, lo que aún sería más grave, los análisis bacteriológicos de las aguas en las que nos bañamos los gijoneses. Del río Piles ni se hablaba. La nueva alcaldesa pide a la EMA que haga estudios bacteriológicos del agua de ese río, y nos enteramos de que en su desembocadura en la playa los niveles de bacilos Coli superan en 24 veces los máximos permitidos de 200 U/100 ml. Y por vez primera en la historia de Gijón se pone la bandera roja para prohibir el baño porque las aguas de la playa estaban contaminadas por el río Piles.
Hay que alabar la transparencia de la actual alcaldesa para comunicarnos lo que ocurría y poder abordar tal problema. Pero también hay que reprobar la desfachatez de la concejala del FAC, Ana Braña, que ha manifestado lo siguiente: “Deben instar a la CHC a involucrarse para eliminar cualquier tipo de contaminación”, así en modo impersonal, ¡que lo insten los otros!, y la pregunta es: ¿por qué los del FAC, que los últimos 4 años gobernaron el Ayuntamiento de Gijón, no se ocuparon del río Piles para nada; a pesar de que estaba igual de contaminado que ahora? ¿Y qué dirá el señor Suárez Fueyo de su complicidad con el FAC, tan nefasta para los gijoneses, que ha llevado a que parte de la playa se haya cerrado al baño por contaminación? Desconozco si la señora Huergo, concejala de Podemos, ya estaba hace 4 años en el Ayuntamiento en el equipo del señor Suárez Fueyo, pero si fuera así sus declaraciones sobre el asunto (“Hay que buscar soluciones entre todos los actores y actuar de forma coordinada y diligente”) serían un escarnio para los contribuyentes que con nuestros impuestos pagamos su sueldo.
Y lo del concejal del PP diciendo “Deben ejecutarse sin más dilación las obras pendientes en la red de saneamiento” es de aurora boreal, porque la pregunta inmediata a hacerle es: ¿Qué hizo el PP hace 8 años cuando gobernó el Ayuntamiento durante toda la legislatura?
Se gana el pleito de la depuradora Este y no siguen los procedimientos para su puesta en servicio inmediato, por lo que al lanzar a la bahía gijonesa sin depurar lo que los “solidarios” vecinos de El Pisón defecan, la Unión Europea está multando a España con 24.000 euros diarios, para los que aún contamos en pesetas cuatro millones diarios. Y España le pasará al Ayuntamiento el importe de esas multas, con lo que habrá que recortar gastos sociales, ya que no es cosa de descontarlas del sueldo como cirujana de la doctora Moriyón.
Sin embargo no debo mentir, algo sí hizo la exalcaldesa Moriyón, una estatua a Preciado, el último de los varios entrenadores que han ascendido al Sporting a Primera División. Y eso, aunque ella quizá lo ignore, se llama populismo, una forma de gobernar que es la antítesis de la democracia.
Alfredo Sancho Cavo
Madrid
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