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Pinocho era un niño bueno

17 de Octubre del 2019 - Luis Manuel Pérez Sánchez (Pozuelo de Alarcón)

Pinocho, al lado del actual presidente en funciones, llamado Pedro Sánchez, era un niño bueno.

12 de octubre de 2019 (día de la Hispanidad), 10.45 horas de la mañana, leo con mucho asombro, pasando a enojo según voy deslizando la vista sobre un artículo con el titular “Autónomos: Sánchez va a por vosotros”. En dicho artículo se comenta la siguiente mentira:

Una de las 35 primeras promesas electorales que el PSOE ha colocado encima de la mesa consiste en obligar a los autónomos a que coticen según sus ingresos reales. En concreto, “apoyo a los autónomos: fomentaremos al diálogo social con las organizaciones representativas del trabajo autónomo.

Si me lo permiten, yo cambiaría promesas electorales por mentiras electorales.

El pasado mes de junio publiqué un artículo defendiendo a los trabajadores autónomos y a los jubilados (cosa que les agradezco muchísimo).

El señor Sánchez, en una reunión que tuvo con el señor Rivera, prometió no subirnos las cuotas a los trabajadores autónomos. Parece ser que Pedro, mentiroso por naturaleza y queriendo aferrarse al sillón presidencial, no despegándose del mismo ni con agua hirviendo ni con disolvente, quiere seguir los pasos de ese entrañable muñeco de madera que cada vez que mentía le crecía la nariz, cosa que parece suceder cuando Sánchez abre la boca. No sé si alguien puede apreciarlo, pero en cada fotografía, en cada imagen que se puede ver en televisión, este señor tiene las “napias”, perdón por el coloquialismo, cada vez más grandes.

Como ya dije en su momento, los trabajadores autónomos somos los que estamos sacando adelante la economía de este país, que, poco a poco, se está yendo al garete. Y no solo los autónomos hemos sido engañados, también todas aquellas personas que ya han cotizado durante años (nuestros jubilados) están siendo engañados. El otro día, vi en televisión una entrevista que le hacían a una jubilada que llegaba en una marcha hacia Madrid. El periodista le preguntaba qué le parecía la “promesa” que hacía Sánchez sobre la subida de pensiones en plena precampaña electoral. La señora le contestó que era un Pinocho, perdón, un mentiroso. Y qué razón tenía la buena mujer.

Parece que, para ganar unas elecciones, ya sea en nuestro país como en cualquier otro, lo suyo es mentir. Cuantas más mentiras digas, más alto llegarás en la vida; cuantas más mentiras digas, más votos vendrás. Pobre de aquellos que ahora le den el voto a la izquierda, qué decepción se van a llevar durante cuatro años. Cuatro años en el infierno, cuatro años de mentiras, cuatro años en los que, mientras, el pueblo español se preguntará en qué momento el Partido Socialista se estará frotando las manos.

Según Cervantes, en boca de don Quijote de la Mancha en “las bodas del rico Camacho”, en la guerra y el amor todo está permitido. Y parece que Pedro Sánchez está siguiendo el ejemplo.

Cuando toda esta gente que nos está gobernando ahora tenga que confesarse, no habrá confesionarios para poder hacerlo.

Por favor, señor presidente en funciones del Gobierno de España, deje de mentir, sea un niño bueno. Me gustaría hacerle una pregunta, y, por favor, contésteme con la mano en el corazón: ¿usted deja que sus hijas mientan?

Seguro que como buen padre que debe ser, ya que buen presidente no ha sido, no lo es ni lo será, hace todo lo imposible por que sus hijas no sean mala gente, por favor, no les enseñe a mentir desde tan pequeñas. Había una cosa que mi madre siempre me decía, y qué razón tenía. Era lo siguiente: “Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo”.

No sé si recordará usted cuando daba mítines y en todos hablaba de una madre que le contaba que su hija trabajaba en un supermercado, que cobraba una miseria (seguramente porque el empresario era autónomo y no tenía dinero para pagar a sus empleados), y cada vez que daba los distintos mítines, la chica tenía un nombre distinto.

Para mentir, hay que saber hacerlo, señor Sánchez, y no creo que usted esté preparado para ser un mentiroso.

No sea un Pinocho, por favor. Pinocho finalmente se enmendó y dejó de mentir.

¿Lo hará usted?

Muchas gracias.

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