Efecto Urdangarin en la sentencia del "procés"
Como todos sabemos, Iñaki Urdangarin, condenado por el “caso Nóos”, pese a no haber cumplido la cuarta parte de la condena, solicitó, en pleno “negociado” de la sentencia del “procés” (pura coincidencia, no vayan a pensar otra cosa), la aplicación del artículo 117 del reglamento penitenciario. Un poco de ruido los primeros días, e Iñaki retoma la calle. Tema asumido.
¿Debería Urdangarin agradecer al juez de vigilancia comunitaria el haber recuperado la sensación de libertad de estar otra vez en la calle? Pienso que no; en realidad, es una consecuencia de lo que se estaba tramando en otros estamentos de la política nacional: poner en la calle a Urdangarin creando una vía de salida para los futuros condenados del “procés”. Es decir, los condenados “ponen en la calle” a Urdangarin, para que Urdangarin “ponga en la calle” a los condenados, o viceversa.
Entre bastidores, mentes diabólicas que exprimen la ley buscando un rédito final, ignorando el interés general de todos los españoles.
Para tranquilidad del personal, Pedro Sánchez ha salido a la palestra para decir (que no cumplir) una obviedad: “El acatamiento de la sentencia significa su cumplimiento, reitero, su íntegro cumplimiento”.
Haciendo seguidismo del presidente en funciones, su francotirador número uno, José Luis Ábalos, ha reforzado el mensaje: “No procede en absoluto hablar de indultos. Desde luego, el Gobierno no tiene esa voluntad”.
¿Alguien duda que los condenados van a salir libres más pronto que tarde, pareciendo, o haciendo ver, que es con el beneplácito de todos?
La traición se habrá consumado cuando, en realidad, una gran mayoría está decepcionada porque ha caído en la cuenta de que uno de nuestros héroes, el juez Marchena, resulta que es de carne y hueso, sometido a los vaivenes de la política e intereses bastardos, no comprendidos por la mayoría de mortales, narcotizados por la avanzadilla periodística y televisiva de los partidos, que ocupa, desinforma y tergiversa, desde los medios de comunicación.
Aun así, seríamos capaces de soportar el bochorno de este cierre ominoso del acontecimiento más triste y dañino de nuestra historia reciente, lo soportaríamos, digo, si realmente sirviera para cauterizar viejas heridas, pero me temo que será darle más carnaza a la fiera, hasta que termine por devorarnos a todos.
Saludos cordiales.
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