El material escolar de los abuelos y el de los nietos
Uno de mis primeros libros de texto fue aquel “Rayas” editado en 1954 por una editorial de Plasencia, siendo su autor un tal don Ángel Rodríguez Álvarez. El “Rayas” vio la luz en 1905, enseñando a las generaciones de parvulitos desde esa fecha hasta 1975 sin cambiar prácticamente su contenido. En ese periodo se han vendido en toda Europa más de cincuenta millones de ejemplares. Más adelante, allá por el año 1965, después de estudiada la enciclopedia de Álvarez y ya cursando el llamado Bachillerato laboral, nutríamos nuestra formación con aquellos libros de texto: “Ciclo de Formación Manual”, de Tomás Roig Almazán, edición de 1963; “Agronomía”, del perito José Arturo Mompin Gómez, edición de 1966, y otros libros similares. Aquellos libros de texto, el mismo “Rayas” y la enciclopedia de Álvarez, duraban y eran válidos para cursos sucesivos, pudiendo, con el consiguiente ahorro que acarreaba esa práctica, cursar escuela y Bachillerato varios alumnos heredando los libros unos de otros hasta que se gastaban por su uso. Gracias a ello, muchos hemos podido emprender y terminar con éxito aquella gran preparación para después afrontar con garantías nuestros caminos por la vida laboral.
Hoy día, aquí, en España, en contra de lo que ocurre en muchos países de la CEE, eso no ocurre. En cada curso, los padres del alumno han de adquirir unos libros nuevos, pues los del curso anterior ya no sirven. Bien porque cambian de edición o bien porque están escritos a mano por el alumno en sus páginas predispuestas para ello. Una vez terminado el curso académico, esos libros serán destinados a engrosar los trastos de la casa, si es que no acaban sus días en el cubo de la basura, ya que no serán de utilidad para nadie nunca jamás. Ni para los propios hermanos del alumno que los estrenó, ni para sus vecinos necesitados. Nadie. Nadie podrá aprovecharlos. ¿Será porque antes éramos pobres y ahora somos ricos? Claro que temas como este parece que solo son de incumbencia para los propios interesados, que se ven obligados a hacer desembolsos importantes que castigan su economía.
Todo lo plasmado arriba me vino a la mente después de que un día de estos de atrás en nuestro diario paseo escuchase con atención los comentarios de nuestro pesado amigo jubilado, Bras, sobre el costo de la Enseñanza Primaria en España.
Nos dijo Bras, que tiene cuatro nietos que cursan Enseñanza Primaria en un colegio de Oviedo, que había tenido que desembolsar casi trescientos euros por cada uno de sus nietos por el material que se han llevado al colegio la primera semana de septiembre, a petición de una carta que han recibido sus padres de la Consejería de Educación y Cultura del Gobierno del Principado de Asturias. En ella se les solicitaba el siguiente material:
“1 estuche de cremallera con una cinta para colgar (no se sabe de dónde). 6 lápices HB Nº 2. 6 gomas de borrar. 1 tajalápiz sin depósito. 1 tijera de punta roma, tipo “kaikut”. 2 barras de pegamento. 1 caja de 24 pinturas Plastidecor. 1 caja de 24 rotuladores gruesos. 1 regla de 15 cm rígida (no flexible). 2 carpetas tamaño folio de gomas. 1 carpeta resistente para transportar los deberes. 10 fundas de plástico multitaladro. 1 caja de pañuelos de papel tipo coche. 1 libreta grande (tamaño folio). 1 foto tamaño carné. 1 paquete de 200 folios blancos tamaño DIN A4 de 80 gramos. Notas: Otro material (2ª libreta) pendiente de notificación por tutorial para septiembre. Agenda. El colegio ofrecerá al igual que el curso anterior la agenda; por lo tanto, se recomienda la no adquisición de otro modelo de agenda.
Libros de texto: Lengua Castellana y Literatura. Matemáticas. Ciencias de la Naturaleza. Ciencias Sociales. Música. Inglés (Rooftops, Class Book Activity Book) Proyecto bilingüe: Natural Sciences y Religión Católica, para los que estén matriculados. Repartidos entre las editoriales Edelvives, Anaya, Oxford y Edebé”.
Con una subida de tono, terminó diciéndonos Bras: “¡Casi se necesita un árbol para fabricar los 200 folios que piden a cada alumno y se quedan tan panchos! ¡Habrase visto derroche de tal manera! ¿No dice el Estado que la enseñanza básica es obligatoria y gratuita para todos los españoles con edades comprendidas entre los 6 y 16 años de edad? Además, que me preocupa, no he visto en la carta de Educación y Cultura ninguna recomendación para trasladar todo ese material de casa al colegio. Yo, aunque reumático y mayor, trataré de ayudar a mis nietos, además de con los casi 300 que costó todo el material para cada uno, con una carretilla para ayudarles a los pobres a llevar todos esos legajos al colegio sin sufrir daño alguno. Si cuando vayan a la Universidad es proporcional la petición, me temo que tendrán que contratar un camión para llevar todo el tangible. De verdad, ¿os parece que será necesario tantísimo material?”.
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