España, a vos os lo pido
Entiendo, mi Señora, vuestro cansancio. Entiendo vuestro dolor, vuestro enfurecimiento. Entiendo vuestros deseos de volver a ser Imperio. Grandes héroes se han postrado ante vos y os han mostrado respeto. Más ahora, por desgracia, solo queda su recuerdo. ¡Qué pensaría don Rodrigo si aún blandiera su espada! ¡Que escribiría don Miguel si aún su pluma bailara!
Son muchos, mi Señora, vuestros hijos en el mundo. Y son pocos, créame, los que no os guardan respeto. Quisieran estos desalmados por dentro haceros temblar. Es ahora vuestra hija, Cataluña, la que más precisa de vuestros cariños. Os reclama. A vos, y a vuestros hijos. Encarcelada se halla, moribunda. Sus hermanos, que siempre su honor defendieron, se olvidan de ella sin remedio.
A vos os pido, mi Señora: haga usted algo al respecto. Quisiera despertar a vuestros hijos, librarles de los falsos patriotismos. Ellos no tienen la culpa, se sienten ultrajados con derecho. Pero se equivocan de enemigo, mi Señora. Caen en la trampa de los desalmados que buscan deshonrar a la bella Cataluña. No es de español, vos lo sabéis, olvidarse de un amigo. No es de español, vos lo sabéis, tenerle miedo al enemigo. Cataluña os necesita a su lado. No es ella la que os rechaza. Ella grita, pide auxilio. No dejemos, mi Señora, que en vano sean sus gritos.
Esperando vuestra respuesta,
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