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El golpe de Estado que fue ensoñación

22 de Octubre del 2019 - Francisco González Javier (Gijón)

Es curioso saber que los políticos catalanes que chantajean al Estado español con independizarse sean los hijos y nietos de los que forjaron la riquísima Cataluña (propiciado por el Franco que tanto odian) y la dilapidaron por manirrotos e incapaces frente a la crisis. Encima, por evitar inmigrantes hispanohablantes, la llenaron de moros peligrosos que masacraron en Barcelona el 17-8-2017. También es curioso que esos padres y abuelos, acabada la Guerra Civil, festejaban tanto la victoria de Franco que el ministro de la Gobernación, don Ramón Serrano Suñer, ordenó parar los numerosos homenajes y festejos, pues era hora de trabajar por el bien común. Y en la Transición, con el 91% de los votos, fueron de los que más votaron la Constitución del 78.

Sin embargo, esa Constitución nació infecta porque gente de UCD, socialistas, comunistas y nacionalistas pusieron lo de “nacionalidades”, que ni la Constitución del 31 lo ponía por originar desigualdad entre regiones y dos clases de ciudadanos. Ahora, después de 40 años engordando a la bicha, vemos en Cataluña los malos presagios hechos realidad. Pero para que el Supremo, en el juicio del “procés”, viese ensoñación donde la Fiscalía y los altos mandos policiales vieron rebelión hay que ir a 1985, cuando el PSOE hizo su Ley del Poder Judicial, que deshizo la independencia de poderes, o a 2005, cuando Zapatero suprimió el delito de convocatoria de referéndum, creado por Aznar en 2003 para frenar los planes de Ibarretxe.

El 1-O no lo soñaron, fue un golpe de Estado, como lo fue el sibilino golpe del 11M. Y, por cierto, este infame atentado trajo al nefasto Zapatero, que, aparte de arruinarnos a conciencia, despreció la concordia y las reformas de la Transición, creó su guerracivilista “Memoria Histórica” para enfrentarnos y elevó la insaciabilidad de los nacionalistas cuando los animó a reformar un estatuto más ambicioso, prometiendo apoyar lo que ellos aprobasen en el Parlamento catalán.

Ante tanta inepcia, en 2006, Pedro J. preguntó a Zapatero si se sentiría responsable si dentro de diez años Cataluña iniciase un proyecto de ruptura con el Estado. La respuesta fue: “Dentro de diez años España estará más fuerte, Cataluña estará más integrada y usted y yo lo viviremos”. Ahora, después de siete días ardiendo las calles de Barcelona, Zapatero toca la lira y su discípulo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, manda a su ministro del Interior, Marlaska, a tranquilizar diciendo que lo de Barcelona es un problema estricto de orden público. Menos mal. Ahora, a jugar con los huesos de Franco, que gracias a la siniestra ideología de los desenterradores se malogró la República y trajeron la guerra y el franquismo. ¡Y, encima, lloran!

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