Kike seguirá ayudando
Al cumplirse una semana del fallecimiento de mi querida hermana Kike, escribo estas letras para agradecer –en nombre también de mi madre y hermano– las innumerables muestras de verdadero cariño y condolencia que hemos recibido –y seguimos recibiendo– en estos días.
Además de la fe, ha sido el apoyo sincero de tantas personas a través de su presencia en Los Arenales o en el funeral, de sus flores, llamadas, SMS al móvil o mails recibidos lo que está haciendo más llevaderos estos momentos, duros de por sí. Pero quería concretar un poco más este agradecimiento.
Gracias, en primer lugar, a todas las mujeres de Asem por demostrar, una vez más, que la Asociación Empresa Mujer es una verdadera familia.
Gracias, igualmente, al gran equipo humano del Grupo Escuela Europea y Dulcería y Catering Malena. Habéis sabido estar, en el momento oportuno, donde más se necesitaba.
Subtítulo: Agradecimiento de la familia de la empresaria fallecida
Destacado: Estoy segura de que mi hermana, desde la panorámica del cielo, estará disfrutando al palpar el cariño auténtico de tanta gente
Tampoco podía faltar nuestro agradecimiento a los representantes de las numerosas instituciones que, de corazón, se han sumado al último adiós a Kike. También a las Jimenas, ese grupo de mujeres con las que tan a gusto se encontraba Kike en sus tertulias habituales.
Además, en estos casi catorce meses, y especialmente en esta última semana de ingreso en el Hospital Central de Asturias, ha sido extraordinaria la labor de los médicos y todo el personal sanitario, enfermeras, auxiliares, celadores, limpiadoras… Desde aquí, ¡muchas gracias!
Asimismo, quería agradecer de una manera especial el trabajo realizado por los medios de comunicación. Fotógrafos y periodistas –colegas y buenos amigos de mi hermana–, desde la prensa, radio y televisión habéis sabido reflejar estupendamente el singular perfil y la comprometida trayectoria de Kike.
No querría terminar sin agradecer la impagable labor de todas las personas –muchas– del Opus Dei –la otra familia que ella eligió–, que desde el inicio de su enfermedad han estado al tanto, desinteresada y generosamente, de todo lo que Kike pudiera necesitar.
Estoy segura de que desde la panorámica del cielo, donde todo se ve en otra dimensión, Kike estará disfrutando al palpar el cariño auténtico de tanta gente –de su gente–, con la que compartió en estos años tantos momentos de trabajo, pelea e ilusión.
Y como bien dijo de ella don Ignacio Font, el sacerdote que dirigió la homilía de su funeral, mi hermana no sabrá descansar en paz y seguirá ayudando en lo que pueda –que es mucho– a todo el que le pida lo que más necesite. Aprovechémonos todos ahora de su fuerza y generosidad.
Gracias, nuevamente, de todo corazón.
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