Fijar la población en el campo asturiano, remediar la miseria demográfica

Recibí una gran alegría cuando leí que el nuevo presidente del Gobierno asturiano, Adrián Barbón, había propuesto, como objetivo de su gabinete, fijar la población en el campo asturiano y trabajar por superar la miseria demográfica del Principado.

El problema de la despoblación de Asturias es serio. Si en 2009 el número de habitantes era de un millón ochenta y cinco mil doscientos ochenta y nueve (1.085.289), desde entonces el número ha ido descendiendo cada año hasta llegar a un millón veintiocho mil doscientos cuarenta y cuatro (1.028.244) a 31 de diciembre de 2018.

La clave del problema es la miseria demográfica. Si en 1975 el número de nacimientos (17.439) era casi el doble que las defunciones (9.705), la relación se invirtió en 1985 al superar por primera vez las defunciones (10.935) a los nacimientos (10.628), para llegar en 2018 al suicidio demográfico que supone el hecho de que las defunciones (13.234) casi multipliquen por tres el número de nacimientos (5.731). Menos mal que la llegada de emigrantes, mucho más prolíficos que los autóctonos, ha ayudado a paliar el problema.

Si la despoblación del Principado es un dato incuestionable, la del campo sigue un ritmo mucho más acelerado. Me voy a fijar en lo que ocurre en la zona de Nava en la que nací y resido actualmente: en el barrio de Vegadali y Monga, que, además de estos dos pueblos, comprende los lugares de El Ventorrillo, La Roza y La Cabañuca.

Tomo como punto de partida el año 1966, en el que me trasladé a los Países Bajos para ser capellán de emigrantes españoles. En aquel entonces había seis casas vacías y 33 habitadas, en las que vivían 117 personas, de las cuales 26 eran niños. De esas 33 familias, 23 se dedicaban a la ganadería.

Actualmente, hay diez casas nuevas, todas ellas habitadas. En total son 28 las viviendas ocupadas, en las que viven 64 personas, de las cuales seis son niños. De esas 26 familias, únicamente dos se dedican a la ganadería. Hay 21 casas totalmente vacías o que solo se ocupan en los fines de semana o en el verano.

Nava, como su nombre indica, es tierra llana entre montañas, y la zona de Vegadali-Monga, de las más llanas del municipio. Está situado a 30 kilómetros de Oviedo, comunicado por la carretera nacional 634 en los primeros10 kilómetros y luego por autopista.

LA NUEVA ESPAÑA publicaba el pasado 7 de septiembre un cuadro con la factura del impuesto de sucesiones, según el cual, si un soltero de 30 años hereda bienes de sus padres por un valor de ochocientos mil (800.000) euros, de los que doscientos mil (200.000) corresponden a vivienda, mientras en Cantabria y Andalucía no tiene que pagar nada; en Canarias, 134,23 euros; en Madrid, 1.586,04 euros; en Extremadura, 1.587,96 euros; en Murcia, 1.640, 49 euros…, en Asturias tiene que pagar ciento tres mil ciento treinta y cinco euros con cuarenta y ocho céntimos (103.135,48 euros). Esa es la razón por la que todos los años son muchos los asturianos que renuncian a heredar de sus mayores.

Por eso, si el presidente regional, Adrián Barbón, quiere fijar población en el campo asturiano, la medida más urgente sería suprimir ese impuesto de sucesiones y poner a los campesinos asturianos a la altura de sus vecinos los cántabros. Esa medida es competencia de cada comunidad autónoma, lo cual significa que está en manos del presidente del Principado el ponerla en práctica. Todo lo demás sería como poner cataplasmas para curar un cáncer o falta de voluntad para resolver el problema.

La solución para la miseria demográfica no depende del Gobierno del Principado, sino del central.

La familia en España está desprotegida. Si queremos que nazcan más niños, hay que ayudar y proteger a las familias. En eso, pongo como ejemplo a Alemania, país que conozco bien por haber vivido durante treinta y dos (32) en él, en la ciudad de Nürnberg, como párroco de la Misión católica de Lengua española en las diócesis de Bamberg y Regensburg (Ratisbona).

Actualmente, las familias en Alemania perciben como subsidio infantil (Kindergeld) 204 euros por el primer hijo; 204 euros, por el segundo; 210, por el tercero, y por el cuarto hijo y sucesivos, 235 euros. Esto significa que una familia con dos hijos percibe 408 euros mensuales; con tres hijos, 618; con cuatro hijos, 853; con cinco hijos, 1.088, y con seis hijos, 1.323 euros. Estas cantidades se pagan hasta que los hijos tengan 18 años. Pero si estos continúan estudiando, esas cantidades se abonan hasta los 27 años, y si sufren alguna minusvalía, durante toda la vida.

En Francia, en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo padecían la miseria demográfica, al ser el país de Europa con el índice más bajo de nacimientos por familia. Pero los gobiernos de entonces comenzaron a ayudar a las familias y hoy en día Francia tiene el índice de natalidad más alto de Europa Occidental: 1,90 hijos por mujer, seguido por Suecia, con 1,78; Irlanda, con 1,77; Dinamarca, con 1,75; Reino Unido, con 1,74; Islandia, con 1,71; Bélgica, con 1,65; Holanda y Noruega, con 1,62; Alemania, con 1,57; Austria y Suiza, con 1,52…, y en los últimos lugares: Portugal, con 1,38; Grecia, con 1,35; Italia, con 1,32, y, en último lugar, España, con 1,25, según estadísticas de 2018. Se considera asegurado el relevo generacional de un país cuando tiene dos hijos por mujer o se acerca a esa cifra.

Mientras en Francia se dedica el 4% del producto interior bruto (PIB) a ayudar a las familias, en España se destina solo el 1,5%. En Francia perciben unos 900 euros por cada hijo, el 96% de los puestos de las guarderías infantiles son gratuitos y los padres tienen 16 semanas de permiso pagado por cada hijo nacido.

En Suecia, los progenitores tienen por cada hijo que nazca 480 días de baja pagada, de los cuales el padre debe coger 90. También tienen días libres costeados si sus hijos caen enfermos.