Sánchez no fue quien sacó a Franco del Valle de los Caídos
Pedro Sánchez solo fue el instrumento utilizado por el Partido Socialista. La operación dio comienzos ya en Adolfo Suárez. Ministro Secretario General del Movimiento, año 1975, que era como sustituir a Franco en el poder. Traicionó a don Torcuato Fernández-Miranda (presidente de las Cortes y Consejo del Reino, además fue profesor del Rey Juan Carlos I), que le había puesto allí por su juventud e inteligencia. Pero influido por fuerzas extranjeras y de izquierdas, le traicionó, legalizando el Partido Comunista de Carrillo, el criminal y asesino de Paracuellos. Después de este vino Calvo-Sotelo, a quien sustituyó Felipe González con un PSOE descafeinado, al cual le botaron (con botas) antes de tiempo sus propios votantes por lo del GAL. A este le sustituiría José María Aznar, del PP, que renegó cobardemente del franquismo. Más tarde entró el presidente por accidente, Zapatero, que, ya sin miramientos de ninguna clase, y siendo el peor de todos los presidentes, inventó la memoria histérica, suprimió millones de puestos de trabajo y hundió a miles de empresarios. Tuvo que dejar la Presidencia y le sustituyó Mariano Rajoy, del PP. Este presidente lo primero que hizo, apenas llegar al poder, fue hacer un viaje a México para recibir órdenes de la masonería. No hizo nada para eliminar la memoria histórica y fue durante todo su mandato un cobarde ante los problemas de terrorismo y separatismo. Le arrebató impunemente el poder Pedro Sánchez, del PSOE, que fue al fin quien propició la exhumación del Generalísimo.
Y, ojo, que después de esta exhumación aún le queda al socialismo la monarquía y la religión católica. Y creo que con estos dos pilares que nos quedan en España no tardarán tanto como con la exhumación de Franco, así que en pocos años (los de mi edad no lo veremos, pero nuestros descendientes sí). Recordemos que en el año 1931 quitaron al rey Alfonso XIII. En el 34 con la Revolución de Octubre y en el 36, solo en Asturias mataron a más de 6.000 religiosos/as, y en las grandes ciudades muchos más. Así que, si Dios no lo impide, adiós España. Yo me consuelo pensando que nuestra generación vivió los mejores cuarenta años de la Historia de España.
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