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José Antonio González Braña, alcalde ejemplar

18 de Noviembre del 2019 - Justo García Fernández (Navia)

El pasado 31 de octubre, en los locales de la tercera edad de Villanueva de Oscos, se celebró ”espontáneamente” un humilde pero significativo homenaje al que fuera su alcalde los últimos 28 años, José Antonio González Braña, siendo en su primer nombramiento en el cargo el alcalde más joven del país.

No fue un acto con orquesta ni baile, ni tampoco discursos de prominentes oradores, fue un acto cercano y verdadero de un grupo de trabajadores del Ayuntamiento y de amigos que le homenajeaban de corazón. Acudió también al acto, de manera discreta y situándose en segundo plano, el actual alcalde de esta localidad, Abel Lastra. Y es aquí donde quiero agradecer personalmente a Pipi, Bibi y a César que hayan tenido a bien mi asistencia a este acto.

Un acto sentido y que él no esperaba, cosa que lo convirtió en real, y donde tan solo se quería demostrar cariño, cercanía y agradecimiento no solo al exalcalde, sino también al compañero, al amigo…

Los logros políticos y sociales espero que también lleguen algún día, ya que no debiera dejarse pasar por alto su gran labor al frente de este Ayuntamiento. Ya que José Antonio, a mi humilde entender, se merece también otra clase de reconocimiento popular, abierto a toda la sociedad y donde se deje plasmado todo su trabajo, su esfuerzo y su dedicación, siempre desde el más infinito cariño a un gran concejo como lo es Villanueva de Oscos.

Conocí a José Antonio en agosto del año 2016, cuando un amigo en común hizo de maestro de ceremonias, con motivo de haber sido elegida la zona de los Oscos como "Pueblo ejemplar de Asturias". Días antes, este amigo me pidió si podría hacerle el favor de subir a los Oscos para intentar aportar alguna idea con que transformar o dar una cambio importante a la fisionomía y entorno del monasterio de la localidad.

La noche anterior al encuentro recuerdo que me empapé de su historia y su cultura, para intentar plasmarlas en el jardín principal.

Llegado el día de nuestro primer contacto, fue en ese instante cuando de un simple apretón de manos surgió la amistad con el alcalde, el amigo, el trabajador incansable.

José Antonio me transmitió su personalidad, cercanía y transparencia. Sus palabras estaban llenas de amor al concejo y nerviosismo ante la importancia del galardón obtenido.

Lo primero que me subrayó fue que en el plazo de un mes se tenía que producir un cambio significativo del entorno del monasterio. Que este cambio tendría que ser con respeto al entorno, con pocos recursos económicos e intentando a su vez que las obras no incrementasen en exceso su mantenimiento diario. Después de haberlo escuchado varias horas esbozar sus ideas, me preguntó si me surgía alguna en aquel momento. A lo que mi respuesta fue afirmativa y en una servilleta se la esbocé, quedando en ese instante los dos plenamente convencidos de que se había acertado, recogiendo el diseño todas sus pretensiones e ideas iniciales.

Fue él quien me demostró que se puede ser alcalde, persona y amigo. Cuando llegó la fecha y se comenzaron los trabajos de urbanización de la zona señalada, el primero en coger la mixta, la azada o el camión fue él. Desde el riscar del alba hasta bien entrada la noche.

Me decían los vecinos y trabajadores del Consistorio que eso era normal. En el invierno, cuando se quedan cortadas las carreteras es él quien se sube a la quitanieves y se va abrir el vial necesario para que la vida transcurra con normalidad en este concejo. Nunca va a dejar a ningún vecino colgado, por difícil que sea la situación.

Es José Antonio un verdadero “Quijote” que lucha contra los molinos de la despoblación. Aquí no hay falacia, no hay política en el momento oportuno. Este ha sido un alcalde cercano al verdadero mundo rural, a los cotidianos problemas de los vecinos, esos que día a día nos hacen reflexionar sobre la vida en estos lugares “remotos". Remotos para algunas cosas; indispensables para la sociedad. Ese mundo al que los grandes políticos alejados de la realidad aluden cuando se necesitan los votos.

Ese mundo que el expresidente Zapatero situó en el mapa cuando en agosto de 2007 eligió Santa Eufemia para sus vacaciones estivales.

Es el mundo donde día a día trabajan vecinos anónimos con el ánimo de que esto no se termine y con el único propósito de crear un futuro a sus nuevas generaciones. Es este el mundo que está alejado de la fibra óptica. Es este el mundo al que los políticos dan la espalda cuando se termina la campaña electoral y cada uno ya tiene su asiento y su tablet. Sus privilegios alcanzados.

Retomando mis palabras al homenajeado y para quien no tenga el placer y honor de conocerlo, este es: hostelero, dependiente, taxista… Lo es todo y se hizo a sí mismo sin mucho apoyo, más que: ilusión, intensidad y generosidad.

Es una persona espléndida que cuando irrumpe en Los Perales, o en el bar de su propiedad, le falta tiempo para invitar a los vecinos de las distintas clases sociales con los que se encuentra y a diario tiene que tratar.

No distingue a las personas por su estatus social. No los distingue por vivir en una choza o en una gran mansión. Dentro de cada persona hay una historia, una situación, un querer y no poder. Ahí es donde está el verdadero alcalde, el que no juzga y diferencia, el que trata a todo el mundo por igual.

Todos tenemos defectos, posiblemente el de esta persona sea la inquietud, esa inquietud que se vio alterada el día del fallecimiento de su madre. Seguro que ese momento le hizo reflexionar un poco más sobre su vida familiar y sobre la intensidad de la misma.

La verdad es que tiene la gran suerte de contar con su esposa, Luz, su gran apoyo incondicional en los momentos duros y quien lo sustituía en sus labores de padre y empresario cuando sus obligaciones como alcalde no se lo permitían.

Esa esposa que lo convirtió en padre de dos jóvenes que son sus dos verdaderos tesoros: Carlos y Alba.

Tengo que decir que he tenido la gran suerte de cruzarme con esta familia de la que he aprendido una vez más que la humildad es un gran valor hoy en desuso, pero muy valorado dentro de esta sociedad que antepone el culto a lo material sobre los valores éticos y humanos.

El homenaje de este día no pasará a los anales de la historia como el más concurrido, pero sí como el más sentido. Los obsequios que recibió resumen su vida y amor por un concejo, por sus vecinos, por sus amigos.

Para terminar, estimado amigo José Antonio, te quiero dedicar unas palabras que don Francisco Rodríguez, presidente del jurado de "Pueblo ejemplar" y de Ilas Reny Picot, dedicó en la presentación de mi libro “Anleo, un pueblo escogido” a todos los asistentes:

“Que el camino a recorrer sea mucho más importante que la posada. La posada se aleja y hay que continuar recorriendo el camino. Recórrelo con análoga intensidad, análogo entusiasmo y análoga buena forma de hacer como lo has hecho hasta hoy”.

Mucha suerte en tu nueva vida y gracias por ser un gran amigo, un gran compañero, un gran vecino.

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