Tiburones financieros
Soy un antipatriota y un catastrofista. Los datos de la EPA o la rebaja de la calificación de la deuda han ahondado en mi antipatritismo, soy un "patriota de hojalata" como decía Zapatero en al campaña de 2008. Quizás lo más negativo de estas noticias económicas sean las consecuencias psicológicas del mensaje, que van directamente la credibilidad de nuestras finanzas y de nuestro pais a nivel general . La hecatombe griega y nuestra precaria situación hace que nuestro país pierda solvencia y provoca el afán de los especuladores, pese a los esfuerzos realizados por el Gobierno para marcar distancias con respecto a Grecia y Portugal, se acabó el descanso que nos dieron tras la gira internacional de Salgado y su número dos. Parece que tampoco la activa presencia del presidente del Gobierno en los grandes diarios internacionales ha surtido el efecto deseado.O más bien el efecto contrario, dada la vergonzosa y cómica imagen que nuestro presidente da allá donde va. Algo si hace bien, lo admito, hace que los demás lideres se lo pasen bomba, lo malo es que se rien de él no con él.
La verdad es que la crisis griega no se explica sin las maniobras de esos tiburones financieros. También es verdad que todos los predadores van a los débiles, es decir, los más vulnerables a su ataque. En este sentido, que hayan puesto sus dientes mirando a España es un toque de atención al Gobierno, pues lejos de retener la confianza de los inversores con medidas y eficientes, no ha sido capaz de cortar la hemorragia de los malos indicadores y al fin y al cabo dar confianza que es de lo que se trata. Ahí están los datos del paro, el déficit público o la política de Salgado con su plan de estabilidad financiera, cuyas idas y venidas la han dejado sin credibilidad ni consistencia. Por tanto, o la vicepresidenta económica recupera la credibilidad o los especuladores redoblarán sus ataques en las próximas semanas, con las indeseables consecuencias de todos conocidas. Lo mejor para ahuyentar a los tiburones es no darles carnaza ni cometer errores.
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