Herejías civiles, inquisiciones laicas
Ahora, cuando ya está asentado el repudio de las actuaciones que siglos atrás llevaron a cabo las Inquisiciones católicas y protestantes de varios países de Europa. Ahora, como un sarcasmo o al menos como una paradoja del destino, comienza la moda de las persecuciones ideológicas hasta por la vía penal.
Ahí tenemos cómo en Alemania y Austria se puede ir a la cárcel hace años ya por negar que haya habido un Holocausto de los judíos. De hecho, un historiador austriaco fue penado por hacer público un escrito en el que negaba el genocidio. También en Francia está penado, por ejemplo, refutar la persecución y maltrato que sufrieron los armenios de los turcos, a principios del siglo XX.
Con esta moda comienza a ser peligroso alinearse con los romanos o los cartagineses, los vándalos o los alanos, los hutus o los tutsis, al interpretar la historia o las noticias. La vida se va haciendo un lío, en especial si tenemos en cuenta que también se lleva mucho eso de legislar sobre todo lo habido y por haber. Además, lo “políticamente correcto” se logra anclar en la conversación cotidiana de una manera casi universal...
Al paso que va la burra, nuestros diputados parecen muy dispuestos a aprobar la ley de Calidad de las Cremas Hidratantes, la Directiva Europea para Pelar los Plátanos o el Decreto Autonómico sobre el Aprovechamiento de la Ropa Laboral Usada, por solo citar algunos posibles proyectos legislativos. Como decía Napoleón, con tantas leyes parece imposible que no acabemos todos en la guillotina.
Ya se ve que la modernidad acaba solo en un cambio de dogmas y mandamientos; ahora los credos y decálogos son laicos y a la moda. Matamos a Dios y nos nacen, en ámbitos europeos, estatales, autonómicos, locales y asociativos, diosecillos y preceptitos como setas en otoño.
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