Violencia
Las imágenes captadas por una cámara en el metro de Madrid mostrando la brutal agresión cometida por un joven autodenominado antifascista contra otro chaval son, sin paliativo alguno, detestables e hirientes.
Este ataque, así como el protagonizado por un ultraderechista en el año 2007 en el metro de Legazpi y que acabó con la vida de otro chaval de 16 años, han salido a la luz pública, pero ¿acaso son novedad los enfrentamientos entre grupos que se mueven en las órbitas ideológicas más extremas? La radicalidad e intransigencia tienen un lenguaje ancestral común: la violencia, cuya máxima expresión se refleja en las guerras. Lamentablemente, este horroroso idioma universal no está en peligro de extinción, ya que siempre existe una especializada plantilla de profesores motivados y dispuestos a impartir la enseñanza del mismo a las nuevas generaciones.
Las instituciones y la ciudadanía deben compartir un claro objetivo: aislar a quienes tratan de adoctrinar a las personas para la intolerancia, violación y atropello de los derechos humanos.
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