En defensa de los Sindicatos
Estamos asistiendo, de un tiempo a esta parte, desde tribunas y tertulias radiofónicas y televisivas, a una ofensiva fuera de lo habitual contra los Sindicatos. Esto "tribunos" y "tertulanos" utilizan el púlpito a su alcance para perorar, hablar de lo que descaradamente desconocen, intentando mover a la hinchada, encender ánimos maltrechos por la coyuntura económica y así minar uno de los plares de nuestra democraciaque son las Organizaciones Sindicales. Estos oradores o escritores suelen ser de pacotilla, por hablar de oídas o escribir al dictado de otros.
Hacer una exposición sobre la definición del sindicalismo en general o de la cultura ideológico-política de los dos mayores sindicatos españoles en particular, de su aportación a la consolidación de nuestra democracia, de su implicación en la reconversión industrial, de su protagonismo en mejorar las condiciones sociales y de trabajo para todos nosotros, podría ser cansino para algunos y obvio para otros.
Sólo pretendo, en estas breves líneas, refutar lo que repetidamente se oye o se lee desde las plataformas mediáticas. Son manifestaciones que suelen faltar a la verdad, bulos, es decir engaños, que intentan dañar la imagen y la actividad de los sindicatos en pro de unos intereses espurios.
Critican la baja afiliación sindical para denostar su representatividad. De lo primero no constan datos definitivos pero podría admitirse y explicarse por la escasa implicación de la mayoría de los trabajadores que consideran que les basta con votar en las elecciones sindicales y delegar en una minoría militante. En efecto, para ser sindicalista hace falta una enorme dósis de solidaridad y de militancia activa que no todos están dispuestos a prestar. De ello no cabe deducir que los Sindicatos carezcan de representatividad, bien al contrario:existen comités de empresa, juntas de personal y delegados y delegadas, todos ellos, elegidos en las urnas.
Censuran la financiación pública de los Sindicatos. reciben una subvención en función de los representantes obtenidos y por otros conceptos como lo son las funciones consultivas que desempeñan y las de formación profesional. Los Partidos políticos también reciben subvenciones para sus actividades corrientes, para sus campañas electorales, por los votos obtenidos, por el número de representantes (más de 80.000 políticos), por asistencia a sesiones, a comisiones, dietas, viajes, etc.y, además, reciben financiación privada muchas veces bajo sospecha.
Reprueban a los liberados sindicales. El Estatuto de los trabajadores otorga a los elegidos sindicales un crédito horario mensual, variable en función de la plantilla del Centro de trabajo para labores sindicales. El crédito horario puede ser cedido y acumulado para recaer en uno o más trabajadores para su dedicación exclusiva a funciones sindicales. Un liberado sindical no cobra ni más ni menos que lo que le corresponde a su puesto de trabajo. Su dedicación en tiempo, atención, esfuerzo y a veces en detrimento de su ingresos legítimos va, a menudo, mucho más allá.
Pero, seamos claros, lo que más les reprochan es no convocar una huelga general. Les culpan por ello y les culparían por lo contrario. La cuestión es remover las aguas, enturbiarlas, y "a río revuelto ganancia de pescadores". ¿Entienden?
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