Arte para remover conciencias
Reflexionando sobre la frase del artista urbano británico conocido por el seudónimo de Banksy: “El arte debe consolar a los perturbados y perturbar a los cómodos”, estoy totalmente de acuerdo con ella. Porque si el humor no te confronta contigo mismo y con lo que piensas, ¿para qué?
El humor que disfruto profundamente es ese humor que, de una u otra forma, te invita a cuestionarte. Me pasa cuando leo a Quino. Eso, para mí, tiene un valor incalculable. Lograr crear algo que de alguna forma remueva la conciencia de una persona. El humor de Quino es típicamente ácido e incluso cínico y ahonda con frecuencia en la miseria y el absurdo de la condición humana, y a nadie se le ha ocurrido censurarlo.
Vivimos en una sociedad donde lo que prima es lo políticamente correcto. De pronto, todos somos guardianes de la moral. Nos estamos acostumbrando con demasiada facilidad a que a alguien le puedan llevar a los tribunales por hacer chistes, o acusar de injurias a la revista “El Jueves”, una publicación satírica con la que tantos hemos crecido.
Creo que, cuando el humor está bien construido, no se burla de las cosas, sino que hace chistes utilizando esas cosas. ¡No debería haber límites para el humor!
También es un síntoma claro de retroceso. En lugar de centrar nuestros esfuerzos en lo que se debe o no censurar, quizá deberíamos pararnos a reflexionar por un momento y darnos cuenta de que lo realmente importante es conseguir desarrollar la capacidad de no sentirnos ofendidos absolutamente por todo. Hacer broma sobre una situación o una característica no siempre es lo mismo que reírse de alguien. Demasiadas veces la risa y la ofensa se confunden.
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