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Admirabile Signum!

16 de Diciembre del 2019 - Agustín Hevia Ballina

“¡Signo admirable! ¡Admirable señal!” la que el pueblo cristiano ha incorporado a su haber espiritual con la carta apostólica que el Papa Francisco ha tenido a bien dirigir a toda la cristiandad. Como un pequeño tesoro la considerarán los aficionados al belenismo en el mundo entero; lo disfrutará, en comunión de sentires, el pueblo entero de Dios.

Fue el primer día del presente diciembre. El Papa Francisco visitaba la ciudad de Breccio, donde se halla el famoso santuario dedicado al santo pesebre, donde fue reclinado el Niño Dios por la Virgen María después de que, en una cueva y en un portal, en medio de una pobreza extrema, lo hubiera dado a luz. El Papa había seleccionado personalmente el lugar y el ámbito para firmar en esa tarde la carta apostólica "Admirabile signum!", con la que realzar el significado y el valor del pesebre, como signo admirable de la cercanía de Dios a la Humanidad.

El Papa Francisco ha querido darle la forma y el título de carta apostólica, documento que significa una solemnidad inferior a la bula y, por supuesto, a la encíclica, que expresan mayor importancia en el rango doctrinal de documentos solemnes. La carta apostólica es de un contenido sencillo, y contiene en el título las primeras palabras del texto latino en que está redactada la carta original. Al final lleva la datación, resaltando siempre

el lugar y el día, expresando siempre la fecha por las Kalendas, los Idus y las Nonas del correspondiente mes y año. Suele añadirse el año del Pontificado del Pontífice que firma la carta apostólica.

El Papa quiso poner énfasis en la palabra y el valor semántico del “signo” y en el significado que comportaba esa señal del pesebre donde María reclinó al Niño Dios. Escuchemos la narración, que el Evangelista San Lucas nos ha transmitido para nuestro adoctrinamiento espiritual. Escucha con atención el pregón, que a unos pobres pastores

transmitió el heraldo, el mensajero de Dios, el ángel del Señor:

Regalo del Papa Francisco a los belenistas y al pueblo cristiano todo

Tiene una ilustración. Preguntar a OPI

“Había en la comarca unos pastores que compartían las vigilias de la noche guardando turnos sobre el rebaño. El ángel del Señor se les apareció y la gloria del Señor los rodeó de resplandor y ellos se llenaron de gran temor y el ángel se convirtió en mensajero, en heraldo de Dios, para los sencillos y humildes pastorcillos: 'A vosotros, resonaba recia la voz del mensajero, a vosotros que pastoreáis vuestros rebaños, a vosotros que me escucháis, para vosotros soy portador de la más grata noticia, el más esplendoroso de los mensajes.

Esta noticia será para vosotros buena nueva, será evangelio de salvación, será la mejor noticia que para vosotros será portadora de la mayor alegría'.

'No temáis. Deponed el miedo, dejad de lado el temor. No temáis, os lo repito bien alto, porque en esta noche de bienandanza, en esta noche de la mayor felicidad, en la pequeña ciudad de David, en Belén de Efratá, la que vendrá a ser la mayor de las ciudades de Judá, os ha nacido un Salvador, que es el Ungido de Dios, que es Cristo Salvador y Redentor. Esto os servirá de admirable signo, de la más maravillosa señal: Encontraréis un niño a quien su Madre, María, ha envuelto en pañales y lo ha reclinado en un pesebre, porque no había habido lugar para ellos en la pública posada'.

Y aconteció al instante que una grande multitud del ejército celestial alababa al Señor, proclamando: ‘Gloria a Dios en lo más alto de los cielos y en la tierra paz a los hombres que Dios ama, a los hombres de buena voluntad’. Y ellos, en el colmo de la felicidad, exclamaban: ‘Vayamos prestos a Belén a ver lo que ha sucedido allí, a comprobar esa noticia que nos ha pregonado el heraldo de Dios. Así fue cómo, idos aprisa, al lugar de Belén, encontraron a María y a José y al Niño recostado en el pesebre y todos se llenaban de admiración ante lo que contaban los pastores”.

Comienza así el solemne documento con que el Papa Francisco quiere realzar el significado y el valor que tiene el pesebre para el pueblo de Dios en toda la Iglesia: “El admirable signo del pesebre, tan estimado por el pueblo cristiano, causa siempre asombro y admiración. La representación del acontecimiento del nacimiento de Jesús equivale a anunciar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios, con sencillez y alegría. El belén, en efecto, es como un evangelio vivo, que surge de las páginas de la Sagrada Escritura.

La contemplación de las escenas de la Navidad nos invita a ponernos espiritualmente en camino, atraídos por la humildad de Aquel que se ha hecho hombre y descubrimos que Él nos ama, hasta el punto de unirse a nosotros, para que también nosotros podamos unirnos a Él. Con esta carta apostólica quisiera alentar el Papa la hermosa tradición de nuestras familias, que en los días previos a la Navidad preparan el belén, como también la costumbre de ponerlo en los lugares de trabajo, en las escuelas, en las plazas. Se aprende desde niños, cuando los padres junto con los abuelos transmiten esta alegre tradición, que contiene en sí una rica espiritualidad popular’’.

Portal de belén, María y José, noche de tiniebla y de esperanzas de plena luz. Un santo pesebre adquiere protagonismos de semánticas sublimes, que nos hablan de “Dios con nosotros”, del Dios Enmanuel. En él, un Niño Dios envuelto en pañales es Dios y el mismo que “hizo todas las cosas y sin Él nada se hizo de cuanto ha sido hecho”. Es Dios, que en el principio asistió desde lo hondo de los tiempos a la primordial creación. Es el Verbo del Padre que se hizo carne y abrió a la humanidad senderos de acercamiento a Dios.

Hay un pesebre de hechuras muy a lo de Asturias. En todos los establos de nuestro pasado, el mismo pesebre, con las embocaduras de dos rebajes para que los animales tuvieran que conformarse con su propia ración. Así es el brocal del pesebre que el artista de la Cámara Santa reprodujo del modelo de todos los pesebres de Asturias, para que en él, “entre pajas y en un portal’,’ reposara el Hijo de Dios.

Admirabile signum! “Señal admirable”, “hermosa señal”. En un mísero portal, estás contemplando, envuelto en pañales y reclinado en un pesebre, al Hijo de María, del que José fue tenido por padre, del Verbo del Padre en el seno de la Trinidad, que ha nacido para los hombres auténtico hombre, auténtico Dios. El pesebre es para ti la fuente de la más clara reflexión. A tu lado, por los andares de la Historia, en tu compañía, te lleva hacia el Padre el Jesús de Nazaret.

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