Antes de una venganza, cava dos tumbas
Nos lo advirtió Confucio: “Antes de empezar un viaje de venganza, cava dos tumbas”. Por eso, no se debe dudar, la forma más sutil de la venganza es el desdén, o sea, la indiferencia, el desprecio. Cuando alguien nos causa un daño lo mejor es huir de proceder a la revancha. Y nada de pensar en esa cita de la que tanto se abusa: “La venganza es un plato que se sirve frío”, que proviene de una novela del siglo XVIII titulada “Las amistades peligrosas”, escrita por el oficial francés y general del ejército Pierre Choderlos de Laclos. Hemos de reconocer que, con el paso del tiempo, la reacción suele apaciguarse y, aunque no todo el mundo consigue perdonar a sus agresores, son la distancia, la resignación o la inteligencia las que ponen de su parte tierra para enterrar el daño infligido. “Si murmurar la verdad aún puede ser la justicia de los débiles, la calumnia no puede ser otra cosa que la venganza de los cobardes”, así nos lo dejó escrito Jacinto Benavente.
Hay que decir sin más dilaciones que la venganza ha formado parte del comportamiento humano desde sus orígenes. La literatura la ha usado a lo largo de su historia, de las tragedias griegas al Hamlet de Shakespeare. En la historia hay muchos ejemplos de venganza. Uno de ellos lo encontramos en la ópera de Giuseppe Verdi “Un baile de máscaras” ("Un ballo in maschera"), siendo el autor del libreto Antonio Somma, que hay que tener muy en cuenta. El caso es que el rey de Suecia, o sea, el rey Gustavo, se niega a tomarse en serio las advertencias del conde Anckarström, su confidente más cercano, sobre el complot de asesinato que se cierne sobre él. Pero el descubrimiento por parte de Anckarström de que es el rey el amante de su esposa, Amelia, hace que el conde se una a la conspiración. Otro caso de venganza los encontramos igualmente en el argumento de otra ópera, "Rigoletto".
Perdón por desviarme, advirtamos que si nos encontramos con un ser vengativo, debemos tener muy en cuenta que no olvida, ya que son muy dañinos, rencorosos: “Esta se la guardo”, es una de las expresiones habituales. Está dicho que la venganza es una justicia salvaje, pero no solo por las tragedias que provoca, sino por los efectos destructivos que causa en sus agentes, porque persigue un objetivo injurioso antes que reparador. Es claro que ese ejercicio simultanea las condiciones de víctimas, de juez y verdugo, porque pierde el rumbo. Es mucho más juicioso y rentable invertir todas las energías en el cultivo del perdón o de ese eficaz sucedáneo que es el olvido.
Perlas de la sabiduría: "El mejor modo de vengarse de un enemigo es no asemejársele" (Marco Antonio).
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