Pero ¿de verdad saben de qué hablan?
La decisión del gobierno municipal de Oviedo de proceder a una reordenación de la plaza de la Escandalera que incluye cambiar el color arcoíris de los bancos ha provocado una reacción de los partidarios del gobierno tripartito anterior, actor de la "pintura", y del colectivo LGTBI, que se atribuye ese color a su representación. De manera que se convocó una "multitudinaria" (unas doscientas personas, doscientas mil según otras fuentes, ironiza el firmante) protesta contra el repintado de los bancos.
En la misma se leyó un manifiesto en el que se aludía (LNE 24 de diciembre) a que "los bancos arcoíris son ya parte de la identidad de los ovetenses y del paisaje de Oviedo".
La historia de la "Muy noble, muy leal, benemérita, invicta, heroica y buena ciudad de Oviedo" nos muestra la identidad de los ciudadanos de la misma a lo largo del tiempo, y la concreción de la misma a medio de expresiones materiales que van desde la Catedral hasta "La Jirafa", pasando por el "Termómetro", el teatro Campoamor, los monumentos prerrománicos y los restos de la muralla, el Campo San Francisco, "El viajero", etcétera. Desde luego, opino personalmente -y presumo que muchos conciudadanos estarán de acuerdo-, la identidad de los ovetenses no incluye los bancos arcoíris.
Al contrario de la alegación expresada en la precitada concentración de que los susodichos bancos representan la libertad, la igualdad y la diversidad, realmente constituyen una manifestación plástica de una ideología destructora, la ideología de género, cuya historia probablemente muchos de los que formaban parte de los manifestantes antes citados desconocen. Cierto que parte de la lucha del feminismo histórico para lograr la igualdad de derechos de las mujeres ante la ley, pero se ha visto desvirtuada, o mejor inoculada y absorbida, por ideas invasoras extrañas a la reivindicación inicial. De este modo, tras el derrumbe del Telón de Acero, la ideología comunista buscó y encontró nuevos ropajes para envolverse y no desaparecer del todo, infiltrándose en grupos minoritarios para la presunta defensa de derechos que entendían conculcados, convirtiendo de este modo la ecología, el indigenismo y, sobre todo, la ideología de género en los ¿nuevos? iconos de sus propósitos redentoristas de la humanidad. Así, camuflado el asesinato de más de 100 millones de personas por los regímenes comunistas en la ideología LGTBI, buscan, en primer lugar, sustituir la fracasada lucha de clases con la "lucha de sexos", intentando acabar con la institución familiar como pilar de la sociedad occidental judeocristiana romana.
En un segundo paso, la introducción de la ideología de género en organismos internacionales va a conectar con el capitalismo ultraliberal de los Bilderberg, Club de Roma, Soros, Foro Davos que pretenden organizar la gobernanza mundial con la desaparición de los estados, la limitación de la población (leyes de eutanasia y eugenesia) y la transformación de esta en meros siervos consumidores al servicio del poder económico; todo ello, cimentado a través de la Masonería internacional (en nombre de todos los españoles, gracias Zapatero; gracias Rajoy).
Evidentemente, todas esas intervenciones y expresiones constituyen una manifestación de libertad, de igualdad y de respeto a los derechos humanos (Nótese la ironía).
¿De verdad que ustedes, señores manifestantes, apoyan todo eso?
Sí, ciertamente los bancos de la plaza de la Escandalera van a ser mucho más cómodos pintados de otro color, el azul, por ejemplo, que es el color de Oviedo.
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