Navidad: entre el Niño Jesús y el anciano Santa Claus
El tema de la Navidad es uno de los que con más frecuencia se tratan en el cine de Hollywood, no solo por razones estrictamente económicas, como suele pasar en España, en donde se imita todo lo que viene de USA y se abandonan las tradiciones más genuinas sin más razones que el mimetismo. De la misma forma que el símbolo del belén con el Niño Jesús se sustituye por el de Santa Claus, y los días de Todos los Santos y Difuntos han sido sustituidos por el Halloween. Pero hay una diferencia: mientras que Santa Claus en USA, además de un reclamo económico para vender y comprar más, es un símbolo de los valores religiosos de los americanos, en España solo tiene, casi siempre, un simple estímulo para la venta. De ahí que en unos pocos años el tradicional misterio navideño (portal de Belén) que aparecía en casi todos los comercios, incluidos los más humildes, haya sido sustituido por toda clase de símbolos nórdicos y anglosajones sin solución de continuidad. Los escaparates de las tiendas que antes rivalizaban por colocar en los lugares más estratégicos un motivo navideño como el misterio ahora colocan todo tipo de artilugios para ocultar la Navidad cristiana. Jesús de Nazaret es, sin duda, el personaje histórico más documentado y analizado.
Los EE UU son uno de los pueblos más pluralistas y religiosos del mundo, como se demuestra en la Navidad; las películas sobre Navidad y Santa Claus son recurrentes, algunas un simple pretexto y otras muy clásicas, como “¡Qué bello es vivir!”. En todas, Santa Claus sustituye al Niño Jesús, de donde se deduce que atienden más a la leyenda que a la historia de la Navidad tal como la narran los Evangelios de San Mateo y San Lucas, con sus rasgos comunes y con sus diferencias específicas, como es, por ejemplo, el episodio tan navideño de los Magos de Oriente, unos de los motivos de la infancia de Jesús que más se han analizado y que solo aparece en el Evangelio de San Mateo. Los relatos del nacimiento e infancia de Jesús no son legendarios, como sostenían Bultmann y sus corifeos liberales españoles, sino con base sólida en la historia, como sostienen hoy los teólogos bíblicos más autorizados, como el Papa emérito, Benedicto XVI.
Las mejores películas sobre la Navidad, según Hollywood, están inspiradas en “Cuento de Navidad”, de Charles Dickens, quien fue el gran renovador de la Navidad tradicional, prohibida en la época victoriana. Scrooge, el viejo avaro, cascarrabias, cuyas paparruchas y fobia antinavideña (aún contagian a muchos) demuestran su inseguridad ante el misterio; Scrooge se convierte y pasa a ser un gran admirador de la Navidad, mostrándose generoso y tierno con todo el mundo, incluidos sus deudores. Esta influencia de la obra de Dickens aparece en algunas películas como la citada “¡Qué bello es vivir!”. Otra gran película americana de tema navideño en la que Santa Claus aparece como protagonista es la estupenda y compleja película “Milagro en la calle 34”. Su director identifica el espíritu de la Navidad americana con Santa Claus; este espíritu de la Navidad no solo implica alegría, generosidad, humanidad, sino aceptar que la realidad positiva y materialista no es todo, sino que es solo una visión transcendente que da sentido a la vida cotidiana con sus alegrías y sus penas, con su éxito y su fracaso. Santa Claus es en la sociedad americana un símbolo secular para escuchar voces proféticas de otras dimensiones; así aparece también en la película “El Expreso Polar”, en la que un adolescente que deja de creer en Santa Claus viaja al Polo Norte en un tren maravilloso, con un billete en el que aparece la palabra Cree; el maquinista está interpretado por el polivalente y gran actor Tom Hanks, que le dice al Niño Héroe: “Ver es creer, pero, con frecuencia, las cosas más reales que hay en el mundo son aquellas que no podemos ver”. Muy americana es “Elf”, con un claro mensaje navideño, porque, según su código, la mejor forma de celebrar la Navidad es cantar bien alto para que todo el mundo lo oiga y vivir cada día como si fuera Navidad. No es de extrañar que los enemigos de la Navidad en España quieran apagar las melodías de los villancicos y desterrar los nuestros tradicionales. Alardean de intolerancia y sectarismos radicales con el pretexto de no herir la sensibilidad de los foráneos que no solo no quieren admitir la cultura de los pueblos que los reciben, sino que desaparezcan de sus ojos y de sus oídos ejemplos de intolerancia que algunos políticos quieren seguir al pie de la letra, y ordenan, porque les da la gana, hacer todo lo contrario de lo que piden muchos ciudadanos.
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