El mundo de Peperia
Con los ojos abiertos como platos, casi fuera de las órbitas, la joven Isabel narraba a sus espectadores el fabuloso mundo de Peperia. Aquel fascinante reino no conocía límites ni fronteras más allá del que fijara la imaginación de sus habitantes.
Mientras narraba las maravillas del reino, alguno de los presentes oteaba a su alrededor, intentando comprobar que la historia que Isabel les estaba relatando coincidía con la realidad. No os vayáis a creer que el cielo era azul y que los bosques rodeaban aquel edén, ni mucho menos, pero sus habitantes eran muy felices porque Isabel y José Luis reinaban con inteligencia para todos y todas, y lo más importante es que tenían claro qué era lo que sus habitantes necesitaban.
En el mundo de Peperia, los y las peperos-as no necesitaban hospitales públicos, y no porque no enfermaran, sino porque la mayoría de ellos tenía un seguro privado, entonces como tenían mucho dinero, iban a donde les daba la gana, y la minoría que no tenía dinero suficiente para costeárselo, aplaudía y reía cuando algunos recordaban a sus anteriores reinas, como la gran Esperanza, la cual tuvo la gran ocurrencia de construir hospitales y después privatizarlos, o la políglota Ana, que, siguiendo el ejemplo de Esperanza, construyó, construyó y construyó miles de viviendas para pobres y después se las vendió a una bonita paloma para que las gestionara.
En Peperia todo el mundo era feliz, tanto los buenos habitantes de Peperia, como los que iban de visita, y todo aquel que visitaba Peperia disfrutaba de los atascos y de la contaminación, sí, porque en Peperia la polución no era mala, la polución no existía, era un invento de la malvada bruja Carmena, aquella que durante cuatro nefastos años intentó perjudicar a los buenos-as peperianos-as bajando la deuda del reino en un 50%. Imagínate si sería malvada que limitó el tráfico, tratando de evitar los atascos y privar de la buena contaminación a todo el mundo.
Tal llegó a ser su maldad que llegó a construir diez escuelas infantiles para recluir allí a los niños, ¡no te digo más!... repetía con elocuentes gestos y la vista perdida en otra galaxia, mientras José Luis, sentado junto a los niños con las piernas cruzadas, sonreía y gesticulaba como si de la marioneta de Isabel se tratara.
Y os preguntaréis, y los habitantes de Peperia ¿no pasaban frío, hambre o necesidades en general? Pues ¡nooooo! Es más, la dulce Esperanza llegó a enfadarse con la bruja Carmena porque los niños no pasaban hambre, es más, estaban gordos, pero ¿sabéis por qué en Peperia no pasaba nunca nada malo?... pues porque en Peperia habían levantado una gran bandera sobre el cielo y era mágica, curaba de todos los males, alimentaba a los hambrientos, protegía del frío y de la lluvia a quienes no tenían casa ni ropa, y lo más importante, borraba la memoria de sus habitantes, tanto era así que de vez en cuando escogían a uno-a de sus habitantes para que les dirigiera, y así desde tiempos inmemoriales el Reino de Peperia sigue existiendo gracias a esta buena gente, que con una bandera y cuatro mentiras se inventa un reino allá donde estén gobernando, convirtiendo ese mismo reino en el abismo del infierno cuando no es peperiano quien gobierna.
¿Os gustó el cuento? Pues plena actualidad, a falta de unos días para afrontar la investidura, España cruje, se desgarra y se desmorona como un castillo de naipes, porque aquí, en España, solo hay gobierno legítimo si gobiernan los conservadores, da igual si pactan con nacionalistas vascos o catalanes, pues a los conservadores se les puede permitir todo. Igual da que dilapiden la hucha de las pensiones, rescaten bancos, acaben con la educación y la sanidad o indulten a los millonarios defraudadores (se dice "patriotas", ¿no?). Sin embargo, a fecha de hoy, y contrariamente a lo que vaticinó la alucinada (me refiero por su vista e inteligencia desbordada) Ayuso, no hay ministro de Hacienda etarra, pero para memorias frágiles diré que sí que hubo un ladrón en otros tiempos luciendo esa misma cartera, de nombre Rodrigo y de caco un buen Rato, así que serénense, señores, no les toca gobernar la nación, pero en los mundos de Peperia pueden ustedes seguir contando cuentos.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

